sábado, 14 de diciembre de 2013


AFRONTAMIENTO E INTELIGENCIA EMOCIONAL






¿Cómo podemos ir aprendiendo  a través de la inteligencia emocional a afrontar lo que nos suceda en la vida y poder así mejorar nuestra capacidad de adaptación?


Principalmente cuando hablamos de inteligencia emocional nos referimos a:

1. Tomar conciencia de nuestras propias emociones.

2. Comprender las emociones ajenas (ello tiene que ver con la empatía)

3. Ser capaz de controlar nuestras emociones con la finalidad de superar las frustraciones propias del mundo en el que vivimos.

4.  Saber relacionarnos adecuadamente con los demás.

5.  Saber tomar decisiones de forma adaptativa y de la mejor manera posible con el fin de minimizar nuestros errores.


¿Qué es una emoción?


Las emociones son un conjunto complejo de sensaciones con aspectos mentales, físicos y conductuales. Mentalmente experimentamos nuestras emociones como positivas (agradables) o negativas (desagradables). Físicamente las experimentamos como una fuerte activación o tensión. Y conductualmente las experimentamos como un impulso a la acción (Clark, 2002)

La palabra emoción viene del latín e-movere, que quiere decir "moverse hacia", sugiriendo de este modo que en toda emoción hay implícita una tendencia a la acción (Calvo, 1995, 2008; Goleman, 1995)


¿Cuáles son las emociones básicas?


Las emociones básicas son principalmente cuatro: alegría, tristeza, enfado y miedo, Luego existen otras dos que también son universales: asco y sorpresa,  el asco nos avisa para evitar la muerte por ingesta de comida y la sorpresa nos prepara para las otras cuatro anteriores. Las emociones cumplen una función adaptativa, son universales y están presentes en todas las razas y culturas. Tienen por tanto un origen biológico, tal como planteaba la hpótesis de Charles Darwin. El superlativo de la alegría sería la euforia, el del enfado la ira, el de la tristeza la depresión y el del miedo el pánico.







¿Cuál es la diferencia entre emociones sanas (o funcionales) y emociones insanas (o disfuncionales)?


En realidad no hay emociones "sanas" y emociones "insanas", todas son humanas e igualmente válidas. Las emociones tienen un significado personal (Sartre, 1939; Lazarus, R. y Lazarus, B. 1994) y es una reacción ante el medio, fruto de nuestras creencias sobre la realidad. Por tanto, en si mismas no podemos decir que una emoción es sana o insana, sino en función de sus consecuencias para nuestros objetivos personales a largo plazo.

Todas las emociones tienen un significado PERSONAL. Podríamos decir por tanto que son sanas sin son funcionales en la obtención de nuestras metas a largo plazo, mientras que son insanas si son disfuncionales en relación al logro de las mismas a largo plazo (Sorribes, F, y Lega, L. 2013)

A nivel práctico, es importante establecer la diferencia cualitativa entre emociones sanas (funcionales) versus las insanas (disfuncionales) porque nos permitirá distinguir entre aquellas que nos ayudan y las que no (Ellis, 1975; 1994; 1998)

Cuando nos enfrentamos a un acontecimiento activador o "A" que va en contra de nuestros deseos es normal que nuestra "C" o consecuencia emocional sea de tipo negativo como tristeza, pena, incomodidad, pudor, disgusto, molestia, enfado, pesar, decepción, miedo e inquietud. Pero a pesar de que son negativas o desagradables para nosotros nos permiten aceptar y afrontar ciertas situaciones (la tristeza, por ejemplo, nos ayuda a elaborar el duelo) Por eso decimos que son emociones sanas o funcionales, porque nos ayudan a actuar de forma constructiva.

Sin embargo, cuando sentimos emociones negativas o "Cs" como pánico, ansiedad, ira, depresión, vergüenza o culpa, no nos ayudan, al contrario, nos perjudican porque además de ser desagradables para nosotros nos impiden aceptar, tolerar o afrontar las dificultades de la vida y nos causan además frustraciones, aparte de crearnos más problemas. Las conductas que acompañan a estas emociones son además derrotistas. Por eso hablamos de emociones insanas o disfuncionales, porque nos conducen a realizar acciones destructivas (Sorribes, F. y Lega, L. 2013)

Resumiendo: La inteligencia emocional es la capacidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada.

Es importante aprender a controlar nuestras emociones y evitar asimismo que ellas nos controlen a nosotros. Que no dirijan nuestra vida, porque el control emocional es síntoma de inteligencia. No obstante, depende también de la forma en que nuestro sistema nervioso responde y eso depende asimismo de nuestras experiencias pasadas. De ahí de la importancia de ser capaces de aprender a superar posibles traumas. Las personas que funcionan mejor por el placer que por la evitación del dolor tendrán también más éxito, así como las que evitan el principio de inmediatez, pues el esfuerzo demorado es también más adaptativo. O sea que las variables de inmediatez serían negativas o serían poco inteligentes emocionalmente las personas que las poseen y las personas que siempre evitan el sufrimiento también tendrían más posibilidades de ser infelices que aquellas otras que intentan ver el mundo de una manera más positiva y proactiva. Estos estilos de pensamiento habitualmente se forjan en la infancia, a través de la educación por parte de los padres. A partir de cómo uno aprende a enfrentarse al mundo y a los problemas hace que sea más o menos probable el poder enfrentarse a todo tipo de situaciones en un futuro, tener más o menos miedo, tener más alegría y mejor o peor humor para enfrentarse a los demás.

Pero conseguir el éxito comporta mucho trabajo, mucho esfuerazo y el ser capaces de vencer ciertas dificultades que nos puedan surgir, conocer nuestro potencial y saber cuáles son nuestros talentos y también nuestras debilidades. Cuando aprendemos a regular nuestros pensamientos la emoción tiende anormalizarse y también la conducta.









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