domingo, 29 de junio de 2014

CONTROL DE LA IRA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES


Cómo sentirme menos enojado cuando las cosas no salen a mi manera


Harriet Barrish






Pensamientos negativos que me llevan a enojarme cuando no consigo lo que quiero:


- ¡Yo no tengo que hacer lo que ella dice!

- ¡Yo no debería tener que hacer eso!

- No puedo soportar cuando no puedo...

- No puedo soportar cuando él...

- Tú nunca me dejas hacer nada.

- Deberías hacerlo como yo quiero.

- ¡No es justo!

- Si ellos pueden hacer eso... ¿por qué yo no?

- Yo debería ser lo suficientemente adulto para...

- Dime por qué... ¡No tienes una buena razón!


Pensamientos funcionales para pensar cuando mamá o papá no me dejan hacer lo que yo quiero:


-Nadie puede hacer lo que quiere siempre que quiera.

- Es decepcionante cuando no puedo hacer lo que quiero, pero no es tan terrible ni horrible, a menos  que  yo mismo me diga cosas que me hagan sentir muy mal.

- Si me molesto y respondo enojado, eso sólo empeorará las cosas para mí.

- Si me molesto y respondo enojado, ellos, probablemente, no me darán el permiso la próxima vez que  lo pida.

- Ningunos padres dejan a sus hijos hacer siempre lo que quieren.

- Yo los amo a pesar de que no me gusta la manera en que están actuando.

- Ellos no dejan de amarme; es sólo que no les gusta cuando me enojo y me desquito con ellos.

- Está bien enojarse, pero puedo enojarme menos al leer estos pensamientos.

- Está bien enojarse, pero no es nada bueno desquitarse con alguien más,

- Probablemente, es mejor sentirse decepcionado que enojado.


Fuente: Manual práctico Terapia Racional Emotiva Conductual TREC

Ana Catalina Vargas, Ma. (CETREC)
Leonor Lega, Ph.D. (Saint Peter's College)



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sábado, 28 de junio de 2014

EL CONSTRUCTO “INTELIGENCIA EMOCIONAL”: APORTACIONES DE LA TREC A PARTIR DEL MODELO DE HABILIDADES DE SALOVEY Y MAYER


HIPÓTESIS SOBRE LOS BENEFICIOS DE LA APORTACIÓN DE LA TREC





Posibles aportaciones desde la TREC al modelo de habilidad de Salovey y Mayer en cada uno de los cuatro niveles jerárquicos:


El principal objetivo de la terapia será detectar y cambiar tanto las evaluaciones erróneas de la realidad (fruto de las distorsiones) como las creencias dogmáticas y absolutistas (exigencias y derivados) que las originan. La meta que se persigue es que el paciente pueda llegar a ser su propio terapeuta y por tanto ser capaz por él mismo de encontrar nuevos pensamientos alternativos y más constructivos que le ayuden a tener un mayor manejo de sus emociones y a conseguir sus objetivos y metas personales. En eso consiste al fin y al cabo la inteligencia emocional.  El estilo de la TREC es activo, directivo y en gran parte educativo. (Ellis y Dryden, 1987, Ellis, 1984, Walen, DiGiuseppe y Dryden, 1992)

Nivel 1: Percepción, valoración y expresión de las emociones.


En esta primera fase un individuo evalúa (toma actitudes, se siente predispuesto) cuando percibe  algo como “bueno” o “malo”, “agradable” o “desagradable”, “beneficioso” o ”perjudicial” y si su evaluación es muy intensa se emociona y es entonces cuando, (como resultado de su percepción), responde de un modo positivo o negativo. La evaluación es una característica fundamental del organismo humano y parece trabajar en una especie de circuito cerrado con un mecanismo de retroalimentación, ya que la percepción predispone a la respuesta y la respuesta tiende a responder a la percepción subsidiaria. La emoción, por lo general (probablemente siempre) va acompañada de algún tipo de sensaciones corporales, las cuales, (al ser percibidas por la emoción individual), refuerzan la emoción original. Por consiguiente las emociones son evaluaciones con un fuerte componente corporal, mientras que las llamadas actitudes no emocionales son evaluaciones con un componente corporal y relativamente débil (Ellis, A.1998)

Ejemplo: Una persona llega a un lugar donde hay mucha gente desconocida y tiene que hablar en público. Todos la miran fijamente. Según el tipo de interpretación que haga sobre este hecho, es decir según lo que piense, reaccionará a nivel emocional y conductual. Por ejemplo si piensa que los demás la están evaluando positivamente se sentirá mucho mejor que si piensa que la evalúan negativamente. En función de lo que piense actuará también de diferente forma. Si piensa positivamente, posiblemente actuará de forma firme y segura y si lo hace negativamente empezará a sudar, a ponerse roja, tartamudeará…. Y es muy posible que acabe bloqueándose. Las ideas que componen nuestra estructura cognitiva son fruto de las experiencias previas en diferentes áreas. Para cada una de éstas, poseemos  distintos esquemas o conjunto de ideas que nos permiten identificar los estímulos, categorizar la información, buscar estrategias para resolver problemas y alcanzar metas. Sería muy interesante aplicar en este punto de la terapia alguna de las pruebas psicométricas exclusivas de la TREC: Por una parte el test de Actitudes y creencias (ROI), un cuestionario de auto-informe que consta de 100 preguntas (V o F) y que evalúa cuales son nuestras creencias aprendidas. Y también sería conveniente aplicar la Escala de Actitudes y creencias, un cuestionario tipo Likert de 48 preguntas, donde se evalúan las actitudes y creencias mantenidas.

Nivel 2: Utilizar las emociones para facilitar el pensamiento


Cada vez que una persona realiza un acto neurótico (como temer de manera irracional hablar en público), está verbalmente diciéndose cosas como “¡oh, qué terrible sería si me encontrara frente a todos esos extraños, lo hiciera mal, me equivocara y ellos no me aprobaran!” Y es su verbalización interna la que en gran medida constituye o causa sus trastornos.

Las creencias están en el cerebro. Hay creencias que son objetivas o universales (como por ejemplo el punto de ebullición del agua), que es igual en todos los lugares y sea quien sea quien efectúe la medición, siendo por tanto una creencia racional lógica. Esa creencia objetiva no nos levanta ninguna emotividad y la respuesta es una actuación neutra, no predispone a una actuación. Pero cuando se trata de ideas o estímulos no medibles la cosa se complica. Lo que ocurre entonces es que pensamos con una creencia que viene del consciente, del inconsciente, de la propia cultura filosófica y del propio aprendizaje del sujeto dentro de la familia. Existen unas creencias que están muy arraigadas (sobre todo en la cultura occidental) A esas creencias irracionales (Ellis encontró 12), les damos un criterio constante como el de la ebullición del agua y al darles una validez objetiva sufrimos, porque la emotividad siempre es secundaria: primero va la idea o pensamiento y después va el sentimiento. Si yo pienso que algo es “terrible” me voy a sentir irritado, temeroso, asustado…. y actuaré huyendo o agrediendo (o paralizándome). Pero es en el inicio donde tenemos que actuar (en los pensamientos) cuando damos validez a las creencias irracionales y empezamos a sentir emociones “negativas” y a sufrir. Las creencias están siempre, pero cuando viene un estímulo y las pone en marcha es cuando saltan las emociones negativas. Por eso es tan importante tomar conciencia de ellas para responder y funcionar de manera adaptativa. En la TREC el terapeuta, como una especie de sabio con autoridad, enseña literalmente al paciente cómo pensar más clara y científicamente sobre sí mismo, los demás y el mundo.
Durante las etapas iniciales de entrenamiento se recomienda enseñar al paciente el modelo ABC de forma directa, ya que le ayuda a entender su esquema conceptual e identificar y cuestionar sus aspectos irracionales para reemplazarlos por otros más funcionales. Aquí será muy importante el empleo de auto-registros.

Nivel 3: Comprender, analizar y utilizar el conocimiento emocional.


La TREC utiliza dos tipos de técnicas: Las “preferenciales”, que son exclusivas  de este modelo terapéutico y las “generales”, donde se toman técnicas de otros sistemas, adaptándolas para hacerlas consistentes a la teoría de la TREC. La TREC preferencial constituye la “solución elegante” y en ella se trabaja con el debate o cuestionamiento, el cual tiene el propósito de enseñar al paciente a utilizar el método científico para el análisis de su pensamiento irracional. Una vez que se han diferenciado las ideas racionales de las irracionales, lo esencial del debate es cuestionar las irracionales. Por medio del debate se discute el sistema de creencias irracionales del paciente y puede ser de naturaleza cognitiva, conductual o por medio de la imaginación. Se le puede pedir por ejemplo al paciente que se sitúe en el peor escenario posible (frente al auditorio, quedándose en blanco, haciendo una pésima exposición y con todo el mundo observándole atentamente…) El cuestionamiento es un proceso lógico y empírico en el que se ayuda al paciente a que se detenga y piense. Su objetivo básico es ayudarle a internalizar una nueva filosofía. En el ejemplo anterior: “Sería una gran contrariedad si no consigo hacer una buena exposición en público, pero puedo soportarlo. Simplemente puedo quedarme en blanco o puedo fallar y eso no es tan terrible” El debate por lo tanto se compone de dos estrategias básicas: se ayuda al paciente a que: 1)  examine y cuestione su forma actual de pensar, y 2) desarrolle nuevos y más funcionales modos de pensamiento. El debate es el centro de la TREC. Se prefiere trabajar primero con las creencias evaluativas y nucleares, debido a que los pensamientos automáticos surgen normalmente de los esquemas cognitivos nucleares. La TREC utiliza tres estrategias básicas en el debate: 1) centrarse en la falta de lógica, 2) centrarse en el aspecto empírico/objetivo y 3) centrarse en el aspecto pragmático/práctico. La primera es el núcleo principal del debate filosófico, técnica considerada parte de la TREC “preferencial”, las otras dos forman parte de la TREC “general”.

Nivel 4: Regular las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual


El objetivo de esta última etapa es fortalecer la nueva creencia racional. Cabe destacar que el cambio no es mágico ni sencillo y que requiere una gran dosis de esfuerzo y de tolerancia a la frustración. La nueva creencia racional tendrá forma de preferencia y sus inferencias serán racionales.
La TREC ha introducido el concepto de “tareas para casa” como una herramienta muy útil en el proceso psicoterapéutico. Su propósito principal es ayudar al paciente a reforzar lo adquirido mediante la sesión terapéutica como su nueva filosofía racional o su habilidad de debatir mediante ejercicios entre sesiones, cuando el sujeto interacciona con su mundo real en su día a día. Asimismo el terapeuta puede revisar los progresos de su paciente.
Hay muchas clases de tareas: de lectura, de escritura, de escucha, de imaginación, cognitivas, emotivas, conductuales, de relajación…. Ya que la mejor forma de optimizar el aprendizaje es utilizando multitud de técnicas y modalidades. Las tareas más frecuentes de la TREC preferencial  incluyen el Formulario de autoayuda, los Diarios, la Biblioterapia, las Audiciones y los Ejercicios para atacar la vergüenza.

La TREC también defiende una posición humanista


Así como otras terapias cognitivo-conductuales no presentan de forma explícita una orientación humanista, la TREC en cambio mantiene claramente una posición humanista-existencial. Como alternativa a la “autoestima”, Ellis propone el concepto de "autoaceptación" consistente en algo que podríamos llamar "el amor incondicional a nosotros mismos", querernos y valorarnos por el hecho de existir, sin calificarnos en ninguna escala de valores (podemos calificar las conductas, pero no a las personas). Esto mismo, también vale referido a los otros.   Además, la TREC no se limita a corregir áreas deficientes, sino a desarrollar potencialidades.

El  modelo de Mayer y Salovey es cohesivo y exhaustivo y predominantemente cognitivo, hace referencia al procesamiento emocional consciente. Al igual que en la TREC, las emociones no están sujetas a juicios valorativos, ni tampoco hacen referencia a emociones positivas o negativas en sí mismas, siendo la emoción vista igualmente desde un punto de vista adaptativo. Según este modelo, ser capaz de dar un carácter positivo a la adversidad no sólo mejora la salud e incrementa el bienestar sino que además permite mejorar y crecer psicológicamente. Desde la TREC, a pesar de que se intenta minimizar las emociones debilitantes, eso no quiere decir que sea poco saludable sentir fuertes sentimientos de pesar o  displacer cuando se experimentan sucesos desafortunados.

Ambos modelos se centran en el presente (en el aquí y el ahora), en las emociones negativas inapropiadas y en conductas desadaptadas que pueden sabotear una experiencia vital plena. Ambos comparten la idea de que  siendo capaces de aprender a utilizar las emociones desagradables de forma inteligente, podremos comportarnos de manera más asertiva y de este modo cambiar las circunstancias adversas externas. La TREC propone que cuando nuestras emociones “negativas” son más intensas (p.ej. ira, pánico o depresión) no solamente nos hace sentirnos infelices, sino que también nuestra habilidad para manejarnos en la vida comienza a deteriorarse. Por este motivo, la calidad de nuestros pensamientos cambia y empezamos a sacar las cosas de perspectiva, condenando a los demás por sus errores y volviéndonos asimismo menos tolerantes. Mediante el debate (empírico, pragmático y sobre todo filosófico) enseña a la gente a reconocer y cambiar los aspectos de sus pensamientos que no son sensatos, acertados o útiles para lograr así la superación de problemas y la mejora del desarrollo personal. De todas formas, también usa una serie de métodos emocionales y conductuales apropiados para reducir los sentimientos desagradables e incrementar la efectividad personal. Estos incluyen la imaginación racional emotiva, asertividad, asunción de riesgos, entrenamiento en habilidades de comunicación y ejercicios para atacar la vergüenza. De este modo la TREC nos ayuda a restaurar nuestro equilibrio emocional, ofreciéndonos métodos para pensar de forma más realista y con un mayor nivel de comprensión sobre nosotros mismos, los demás y el mundo, en general.

Ambos modelos entienden la inteligencia emocional como la habilidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada. Aprendiendo a utilizar  nuestras emociones de manera inteligente  evitaremos asimismo que ellas nos controlen a nosotros y dirijan nuestras vidas, dado que saber manejar adecuadamente nuestras emociones es síntoma de madurez.

Podríamos resumir diciendo que la Inteligencia Emocional significa tomar conciencia de nuestras propias emociones, comprender las ajenas (ser empático), ser capaz de controlarlas (las nuestras) para ser capaces de superar las frustraciones de la vida cotidiana, saber relacionarnos con los demás y saber tomar decisiones de forma adaptativa y adecuada.

La TREC en su mayor parte consiste en enseñar al individuo cómo continuamente está manteniendo filosofías de vida negativas y tontas, y cómo debe ver, examinar, comprender, desafiar y cuestionar estas filosofías negativas. Es así una verdadera escuela de terapia analítica, y se recomienda desmentir lo negativo más que acentuar lo positivo. Una de las principales razones para esto, es que ha encontrado que la gente trastornada acentúa lo positivo, y mientras se dicen a sí mismos que realmente valen la pena, que no necesitan tener miedo a nada ni a nadie, que sienten amabilidad hacia los demás y que mejoran cada día más y más, son todavía capaces de seguir al mismo tiempo afirmando y creyendo cosas fuertemente negativas de sí mismos (auto-saboteándose). En particular, la persona que  se mantiene diciéndose a sí misma frases sanas, tales como “no hay nada realmente de lo que tener miedo en mi relación con los otros, me gustaría que me aceptasen, pero puedo pasar sin su amor y aprobación”, puede muy fácilmente seguir diciéndose a sí misma con mucha más fuerza y convicción “pero es terrible si yo no les gusto, y sería catastrófico, si están firmemente en contra mía”. 

Verdaderamente, el simple hecho de que el individuo sea consciente de decirse a sí mismo que no le importa demasiado, si la desaprobación de los otros puede impedirle darse cuenta de que cree más firmemente que se preocupa en exceso por su desaprobación. El “pensamiento positivo” por lo tanto, es generalmente una disculpa y encubrimiento de los fundamentales y todavía muy vivos procesos neuróticos. Está relacionado con el mecanismo de “uvas amargas” de las Fábulas de Esopo, donde la zorra no siendo capaz de alcanzar las uvas y temerosa de que los otros animales la despreciaran por no ser capaz de lograrlo, pretendió que en realidad y en primer lugar no quería las uvas. El hecho es que por supuesto que las quería, y en lugar de decirse saludablemente a sí misma “bien, yo quiero estas uvas, pero no puedo alcanzarlas. Mala suerte, y si los demás me desprecian por no ser capaz de alcanzarlas, ese es su problema”. Ella, falsamente se dijo a sí misma (y a los otros) “¿quién necesita las uvas?, yo realmente no las quiero”. La zorra de este modo se sintió bien, al menos momento en que todavía quería las uvas….

Solamente después de que el sujeto en cuestión se haya convencido a sí mismo de que no es terrible si los otros no le admiten, o de que podrá soportar si fracasa al intentar alcanzar ciertos objetivos,  sólo entonces, será capaz de decirse a sí mismo de manera honesta y firme: “yo puedo vivir sin la aprobación de los demás, o yo intrínsecamente merezco la pena, tenga o no éxito en mi Trabajo”.

No es tanto lo que nos pase en la vida  sino cómo podemos afrontarlo para mejorar esa capacidad de adaptación, por tanto no se trata tanto de ser emocionalmente inteligentes como de mantener una actitud de cultivo de la propia Inteligencia Emocional. En definitiva, tener la habilidad para conocerse a sí mismo y saber gestionarse.


Fuentes:

Ellis, A. (1998) Razón y emoción en psicoterapia. Ed. DDB 5ª Edición
Ellis, A./Dryden, W. (1980). Práctica de la Terapia Racional Emotiva
Ellis, A./Grieger, R.(2000). Manual de Terapia Racional Emotiva. Vol.I y II Ed DDB. 8ª Edición
Lega,L./Caballo,V./Ellis,A.(2009).Teoría y práctica de la terapia racional emotivo-conductual. Siglo XXI
Sorribes, F./ Lega, L. (2013) Una nueva guía para manejar sus emociones. Institut RET. Publicaciones. Barcelona



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viernes, 27 de junio de 2014

MENSAJES QUE PUEDO DECIRME A MI MISMO CUANDO SURGEN PROBLEMAS

(Para estudiantes)

I.J. Barrish




1.- Voy a superar esto, aunque en este momento me parezca muy difícil e incómodo.

2.- Yo puedo trabajar diciéndome a mi mismo que: "puedo soportarlo aun cuando no me guste.  No es tan terrible como lo estoy haciendo ver, es tan sólo una pena o un inconveniente".

3.- La vida tiene muchos retos, algunas veces, nos toca enfrentar algunos retos indeseables.

4.- Cada paquete repugnante, contiene dentro algunos aspectos positivos si los busco.

5.- Puedo enfrentar mejor las cosas cuando veo la situación como un reto o una oportunidad, para aprender algo nuevo acerca de mi mismo y de la vida.

6.- Todo el mundo tiene que lidiar con diferentes dificultades en la vida. Nadie está exento de un problema u otro en un momento u otro, sin importar la raza, la religión, la clase social, etc.

7.- Cada situación difícil nos da una oportunidad real para ser más fuertes. Si no puedo manejar el problema presente muy bien, esta situación me va a permitir aprender a hacerlo mejor la próxima vez que enfrente circunstancias similares.

8.- Tengo algunos amigos, familiares o profesionales con los que puedo contar y pedir ayuda.

9.- Con mis emociones bajo control, puedo hacer una lluvia de ideas para buscar posibles soluciones al problema. Darme cuenta de las diferentes opciones, me dará un sentido personal de fortaleza.


Fuente: Manual práctico Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC)

Ana Catalina Vargas, Ma. (CETREC)
Leonor Lega, Ph.D. (Saint Peter's College)








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domingo, 15 de junio de 2014









¿Qué es una emoción?


Las emociones son procesos complejos que incluyen sensaciones con aspectos mentales, físicos y conductuales. Mentalmente experimentamos nuestras emociones como positivas (agradables) o negativas (desagradables). Físicamente las experimentamos como una fuerte activación o tensión. Y conductualmente, las experimentamos como un impulso a la acción (Clark, 2002) La palabra emoción viene del latín e-movere, que quiere decir “moverse hacia”, sugiriendo, de este modo, que en toda emoción hay implícita una tendencia a la acción (Calvo, 1995, 2008; Goleman, 1995)

Existen investigaciones muy recientes cuyos resultados sugieren que contamos con cuatro emociones básicas basadas en las señales faciales biológicas: felicidad, tristeza, miedo/sorpresa y enojo/asco. Y que la diferenciación entre el miedo y la sorpresa y entre la ira y el asco, se desarrollan más tarde, a causa de los factores sociales. Este estudio nos ofrece una nueva perspectiva sobre la jerarquía de la evolución de las señales faciales a través del tiempo, las cuales se traducen en cuatro emociones básicas que funcionan como el fundamento que permitirá el desarrollo de emociones más complejas y necesarias para relacionarnos con nuestro entorno.

Las emociones cumplen una función adaptativa, son universales y están presentes en todas las razas y culturas. Tienen por tanto un origen biológico, tal como planteaba la hipótesis de Charles Darwin. En realidad no hay emociones “sanas” y emociones “insanas”, todas son humanas e igualmente válidas. Las emociones tienen un significado personal (Sartre, 1939; Lazarus, R. y Lazarus, B., 1994) y es una reacción ante el medio, fruto de nuestras creencias sobre la realidad. Por tanto, en sí mismas no podemos decir que sean sanas o insanas, sino en función de sus consecuencia para nuestros objetivos personales a largo plazo. Podríamos decir por tanto que son sanas si son funcionales en la obtención de nuestras metas a largo plazo, mientras que son insanas, sin son disfuncionales en relación al logro de las mismas a largo plazo. (Sorribes y Lega, 2013). A nivel práctico, es importante establecer la diferencia cualitativa entre emociones sanas (funcionales) versus las insanas (disfuncionales) porque nos permitirá distinguir entre aquellas que nos ayudan y las que no (Ellis, 1975; 1994; 1998) Cuando nos enfrentamos a un acontecimiento activador que va en contra de nuestros deseos es normal que nuestra emoción sea de tipo negativo  como tristeza, pena, incomodidad, pudor, disgusto, molestia, enfado, pesar, decepción, miedo e inquietud. Pero a pesar de que son negativas o desagradables para nosotros nos permiten aceptar y afrontar ciertas situaciones (la tristeza por ejemplo nos ayuda a elaborar el duelo). Por eso decimos que son emociones sanas o funcionales, porque nos ayudan a actuar de forma constructiva. Sin embargo, cuando sentimos emociones negativas como pánico, ansiedad, ira, depresión, vergüenza o culpa, nos perjudican porque además de ser desagradables para nosotros nos impiden  aceptar, tolerar o afrontar las dificultades de la vida, nos causan frustración, y nos crean más problemas. Estas emociones van además acompañadas de conductas derrotistas. Por eso hablamos de emociones insanas o disfuncionales, porque nos conducen a realizar acciones destructivas, por eso esas emociones no saludables son claros objetivos de cambio, porque interfieren en nuestra funcionalidad a largo plazo. La TREC dice que es preferible, pero no obligatorio, sentirse sanamente preocupado, enfadado o triste, porque estas emociones no nos bloquean y nos ayudan a sentirnos mejor y conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Diferenciar la emoción en función de su frecuencia, intensidad y duración resulta muy útil.

¿Cómo Influyen las Emociones en el Razonamiento y la Planificación?


Las emociones modulan nuestros razonamientos de dos formas: por un lado, concentrando nuestra atención y nuestros recuerdos en los estímulos o situaciones que resultan relevantes según nuestra historia personal y por otro lado, evaluado de forma realista las situaciones futuras en las que pudiéramos estar implicados y las consecuencias de nuestro comportamiento.
El individuo con inteligencia emocional sabe expresarse en el momento, forma e intensidad convenientes, sabe reconocer el estado de ánimo de los demás, es capaz de auto-motivarse, de perseverar y aumentar su rendimiento regulando su esfuerzo, sabe superarse a sí mismo, ser creativo, evitar fracasos. Todo ello lo hace gracias a sus capacidades emocionales básicas, que le permiten discernir lo que es relevante para él mismo y para los otros, así como anticipar sentimientos con respecto a circunstancias que todavía no se han producido. Más aún, el individuo con esas capacidades está también bien dotado para comprender y ayudar a los demás a hacer lo propio. Eso nos lleva a la inteligencia social.  (Morgado, 2008)

¿Cómo identificamos nuestras emociones? La importancia de la Inteligencia Emocional


La intensidad de la experiencia y de la expresión emocional es personal y depende de factores de personalidad, también de la forma en que nuestro sistema nervioso responde y de las experiencias previas, que influyen en la forma en que éstas son procesadas por quien las experimenta. En opinión de LeDoux (1996), “la interacción entre el niño y sus cuidadores durante los primeros años de vida constituye un auténtico aprendizaje emocional, y es tan poderoso y resulta tan difícil de comprender para el adulto porque está grabado en la amígdala con la tosca impronta no verbal propia de la vida emocional.” Lo que explica el desconcierto ante nuestros propios estallidos emocionales es que suelen datar de un período tan temprano que las cosas nos desconcertaban y ni siquiera disponíamos de palabras para comprender lo que sucedía. En la primera infancia, habitualmente no regulamos nuestra respuesta emocional, simplemente la expresamos o explota. Socialmente se acepta, y se perdona este tipo de "sinceridad" Y a medida que nos vamos haciendo mayores, el índice de tolerancia ante esta inmediatez en las respuestas va disminuyendo hasta llegar a la madurez, cuando socialmente se exige la regulación emocional. Con su aprendizaje conseguimos equilibrar dos fuerzas opuestas: por un lado, la necesidad biológica de la respuesta emocional, y por el otro, la necesidad de respetar determinadas normas de convivencia. Ya de adultos, las personas que evitan el principio de inmediatez tendrán más éxito, pues el refuerzo demorado es más adaptativo, así como también las que funcionan mejor por el placer que por la evitación del dolor, o sea que las variables de inmediatez serían negativas o serían poco inteligentes emocionalmente las personas que las sufren y las personas que siempre evitan el sufrimiento también tendrían más posibilidades de ser infelices que aquellas que intentan ver el mundo de una manera más positiva y proactiva. Estos estilos de pensamiento por lo general se inician en la infancia: a partir de cómo uno aprende a enfrentarse al mundo y a los problemas hace que sea más o menos probable el poder enfrentarse a todo tipo de situaciones en un futuro. Pero conseguir el éxito en nuestro manejo emocional normalmente es cuestión de mucho trabajo, de mucho esfuerzo y de ser capaces de vencer ciertas dificultades que nos puedan surgir, conocer nuestro potencial y saber cuáles son nuestras fortalezas y también nuestras debilidades. De ahí la importancia de la inteligencia emocional.







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martes, 10 de junio de 2014

¿QUE ÉS LA TERAPIA RACIONAL EMOTIVA CONDUCTUAL (TREC)?


“No nos perturban los hechos, sino la interpretación que hacemos sobre los mismos” (Epícteto, s.I d C).

Albert Ellis desarrolló el MODELO ABC para explicar la afirmación anterior. Lo explica de la siguiente forma: A corresponde a la adversidad y C, a las consecuencias. Podemos anticipar las consecuencias de una adversidad no por ésta en sí, sino por B, las creencias, es decir, son las creencias las que provocan unas consecuencias u otras.








En 1955, Albert Ellis revolucionó el tratamiento de los problemas emocionales con la introducción de la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), creada a partir de su propia investigación y de sus experiencias personales y clínicas. Sostiene que las perturbaciones las creamos nosotros filosóficamente, es decir mediante creencias irracionales en forma de  exigencias absolutistas y falsas necesidades. Así como ha ido creciendo la reputación de la TREC ha ido aumentando el número de personas interesadas sobre esta terapia (Sorribes y Lega, 2013)
Las exigencias pueden darse en forma de aprobación, con creencias del tipo “DEBO conseguir ser amado y aceptado por las personas significativas para mí” o, de perfección  “DEBO hacer las cosas bien, no cometer errores y ser competente en lo que para mí es importante”. Ambas exigencias nos conducen a la ansiedad del ego y a formas desadaptativas de  emociones como la culpa y la vergüenza. En cambio, las exigencias de comodidad como que “los demás y la vida DEBEN tratarme como quiero, de manera justa y sin incomodarme” nos conducen a la ansiedad situacional y a experiencias  desadaptativas de emociones como la rabia o la tristeza.
Cuando estas exigencias absolutistas o necesidades perturbadoras no se cumplen, surgen los pensamientos (cargados de emociones) derivados de estas exigencias absolutistas, que son: Tremendismo “es terrible”, No soportantitis “no puedo soportarlo”, Condena “es un gusano” o autocondena “soy un inútil”

Hay evidencia científica  que demuestra que los seres humanos funcionan en tres dimensiones que invariablemente se interrelacionan entre sí, es decir, que cada una afecta a las demás de forma continua. Estas dimensiones son: pensamiento/emoción/conducta. El modelo ABC de la TREC explica las emociones y conductas de los seres humanos en base a sus pensamientos irracionales  y es totalmente consonante con lo que proclamaba el filósofo Epícteto. En el modelo, la A hace referencia a un acontecimiento activador o adversidad que desencadena en nosotros una reacción emocional y guarda relación con la frustración de nuestros objetivos. Puede ser externa (una pelea, una discusión) o interna (un dolor, una emoción, una obsesión), puede ser pasada o presente, objetiva o subjetiva. La C es la consecuencia emocional y conductual, las respuestas que damos a los acontecimientos activadores (las A) y son de tipo emotivo (emociones) y conductual (acciones). Finalmente la B corresponde a nuestro sistema de creencias (beliefs) y vienen referidas a lo que pensamos o a las ideas que nos hacemos acerca de lo que nos pasa (acontecimiento activador, la A).

Tipos de creencias irracionales hacia nosotros, los demás y el mundo:


“Yo, los demás y la vida TIENE QUE ser como yo prefiero”. La realidad DEBE ser así. No existe otra posibilidad. La exigencia no es realista puesto que es inconsistente con la realidad. La exigencia insiste en que la realidad sea diferente a como es o que se amolde a su ley o norma, pero la realidad es como es y no como nosotros creemos que debe ser. En cambio la preferencia es realista o verdadera porque uno puede probar que tiene el deseo y argumentar razones por las que uno quiera que suceda. Pero también prueba que no tiene por qué tener lo que desea. El núcleo sano del pensamiento racional está basado en una actitud flexible sobre uno mismo, los demás y la vida (las preferencias). El pensamiento preferencial está basado en la aceptación incondicional de uno mismo, de los demás y de la vida. (Sorribes y Lega, 2013)

La importancia de pensar de manera racional para nuestro equilibrio emocional.


A la forma funcional y práctica de pensar y evaluar lo que nos sucede, Ellis lo ha llamado “pensamiento racional” y a la forma contraria, es decir, cuando nos comportamos de una forma poco funcional y práctica debido a la evaluación que damos a los hechos, lo ha llamado “pensamiento irracional”. Es importante aclarar que algo será “racional” o “irracional” en tanto la persona evalúe los hechos como perjudiciales emocionalmente para él, en tanto esos pensamientos no le permitan conseguir sus metas y le causen perturbación emocional: ansiedad, depresión, ira, etc., o sea, que las emociones sean las que manejen a la persona y no la persona la que maneje a sus emociones. Precisamente, debido a estas características de las creencias, Ellis habla de que la TREC es un enfoque psicoeducativo, es decir, parte de que la tarea del terapeuta en el proceso psicoterapéutico es enseñar a la persona cuál es su actual forma de pensar, se le explica el ABC y se le demuestra que sus exigencias y rigidez son las causantes de su perturbación y se le enseña a prestar atención a sus ideas y pensamientos, para que a partir de ese aprendizaje, pueda ser posible el cambio, dando énfasis a la persona en ese proceso, dado que él es el principal protagonista de ese cambio. Cuando aprendemos a regular nuestros pensamientos, la emoción tiende a normalizarse y también la conducta.

Los dos pilares fundamentales de un estilo de vida psicológicamente sano son la autoaceptación incondicional (es decir, cambiar exigencias por preferencias en lo que respecta a uno mismo) y un alto nivel de tolerancia a la frustración (es decir, cambiar exigencias por preferencias por lo que respecta a la vida y a las otras personas).












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