viernes, 12 de diciembre de 2014

LA AUTOACEPTACIÓN INCONDICIONAL



PARA APRENDER A QUERERNOS ES PRECISO QUE PRIMERO NOS ACEPTEMOS TAL COMO SOMOS







El psicólogo Albert Ellis (1913-2007), fundador de la TREC y pionero de las terapias cognitivo-conductuales defendía que el principal determinante de las emociones y conductas de una persona son sus pensamientos o "creencias", es decir, la forma en que perciben y evalúan la realidad. Una parte muy importante de este sistema de creencias está constituida por aquellas ideas que tenemos respecto a nosotros mismos. Esta forma de evaluarnos determina en gran medida nuestra forma de sentir y actuar. Y es que el ser humano es demasiado complejo como para ser valorado de forma global.

Nadie es completamente bueno o malo, ni es exitoso en todas sus acciones, ni fracasa siempre en todos los aspectos de su vida, por lo tanto es absurda la autovaloración y, además de ser absurda e insostenible a nivel teórico, a menudo es autodestructiva y fomenta la inestabilidad emocional. Es mucho más racional evaluar acciones o conductas concretas y no a la persona a nivel global, pues no podemos condenar a alguien totalmente por una conducta incorrecta o reprobable, del mismo modo que no tiramos una bolsa llena de naranjas cuando observamos que hay una en mal estado. Si nos acostumbramos a condenar a los demás también nos condenaremos a nosotros mismos cuando nos equivoquemos, cosa que sucederá a menudo ya que somos humanos, y por tanto seres falibles.


LA AUTOESTIMA PUEDE LLEGAR A SER DESTRUCTIVA PORQUE ES CONDICIONAL


Una persona con alta autoestima no es muy diferente de otra con baja autoestima, lo que las diferencia es que una utiliza autovaloraciones positivas y la otra negativas en función de sus conductas. Así, cuando una persona se evalúa a sí misma como buena o mala en función de lo que hace está cometiendo el error de la generalización: "soy el/la mejor" o "soy un desastre".

Tanto la alta como la baja autoestima son causa de mucha perturbación emocional: ansiedad, depresión, rábia, vergüenza... Confundir la conducta con la valía del ser humano es fuente de muchas falsas necesidades y exigencias del tipo: "Tengo que conseguir triunfar en mi trabajo o sino seré un fracasado", "Necesito tener pareja y si no la tengo demostrará que soy un inútil", Deberìa salirme todo segùn mis deseos porque si no serà terrible y no podré soportarlo"...

En contraposición a la autoestima, la autoaceptación supone un proceso activo, de reconocimiento de los aspectos positivos y negativos que hay dentro de nosotros. Aceptar lo que no podemos cambiar y se encuentra fuera de nuestro control nos dará tranquilidad, del mismo modo que aprender a hacernos responsables de nosotros mismos y de los aspectos que si se pueden cambiar o modificar, aumentará nuestra sensación de control y autoeficacia, lo que también influirá de forma positiva en nuestro autoconcepto.

La autoaceptación también significa hacerse responsable de nuestros propios errores y por eso es necesario ser capaz de asumir los hechos y sus consecuencias, profundizar en los motivos que nos llevaron a comportarnos de una determinada manera y reflexionar de forma consciente sobre estos hechos, al tiempo que procuramos encontrar en nuestro interior soluciones que nos ayuden a afrontar la situación de una manera más lógica y adaptativa.

Uno de los aspectos que pueden dificultar la aceptación es el miedo. Miedo a reconocer los aspectos negativos de uno mismo, a comprometerse con el cambio, al rechazo de los demás... pero también miedo al reconocer nuestros aspectos positivos y nuestras potencialidades, y responsabilizarnos en su desarrollo. Miedo a los retos. Miedo a equivocarse. La aceptación significa también un esfuerzo para romper con la inercia y la pasividad, aprender a salir de la "zona de confort".

Algunas personas, sin embargo, depositan su fuente de aceptación en los demàs, lo que las sitúa en una posición de fragilidad y vulnerabilidad ante los juicios negativos externos, y las deja indefensas. Ellis señalaba que muchas personas se autoexigen en ser aprobadas o estimadas por determinadas personas o en triunfar en lo que hacen para evitar valorarse a sí mismas como "malas" "horribles" o "despreciables", lo que las llevaría a experimentar sentimientos de culpa, autocondena o rechazo.


VALEMOS POR EL HECHO DE SER SERES VIVOS Y VALORAMOS POR TANTO NUESTRA EXISTENCIA







Cuando una persona se valora a sí misma de manera global, es casi inevitable que tenga problemas.
Cuando se valora a sí misma como "mala", "inferior" o "inadecuada" tiende a la culpa, la vergüenza o la depresión y al mismo tiempo confirma erróneamente la baja estimación de si misma. Cuando se valora como "buena", "superior" o "adecuada", tiende a sentirse siempre insegura de mantener su "bondad". a desperdiciar mucho tiempo y energía probando lo que vale, pero todavía tiende a sabotear sus relaciones consigo misma y con los demás. Por ello, sería preferible que se aceptara incondicionalmente y que no valorara su "yo", esforzándose más en disfrutar y menos en justificar su existencia.


Esto nos recuerda la fábula de Esopo "La zorra y las uvas"...








Una zorra hambrienta vio unas uvas que colgaban de una parra y las quiso coger, pero no pudo. Alejándose de ellas se dijo a sí msma: "están verdes". La zorra, no siendo capaz de alcanzar las uvas y temerosa de que los otros animales la despreciaran por no ser capaz de lograrlo, pretendió que en realidad y en primer lugar no quería las uvas. El hecho es que por supuesto que las quería y en lugar de decirse saludablemente a sí misma: "bien, yo quiero esas uvas pero no puedo alcanzarlas. Mala suerte, y si los demás me desprecian por no ser capaz de alcanzarlas, ese es su problema", ella falsamente se dijo a sí misma (y a los otros): "¿quién necesita las uvas?, yo realmente no las quiero." La zorra de este modo se sintió bien, al menos momentáneamente, pero su problema fundamental por supuesto no estaba resuelto desde el momento en que todavía quería las uvas...








    
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miércoles, 24 de septiembre de 2014

ESTILOS IRRACIONAES DE LOS PADRES


Paul A. Hauck





Es un fenómeno curioso e interesante en el campo de la psicoterapia infantil que las formas menos eficaces de intervención son a veces las más frecuentemente practicadas. Especialmente, la mayor parte de los psicoterapeutas infantiles ignoran los muchos estudios de resultados que demuestran que es mucho más eficaz centrar el trabajo de intervención con los padres en vez de hacerlo sólo con los niños. En cambio la mayoría de los psicoterapeutas se centran exclusivamente o al menos predominantemente en e niño. Sin duda este énfasis erróneo se ha producido en gran medida por la idea prevalente de que el trastorno emocional representa una enfermedad psíquica.

Paul Hauck ha sido durante años una figura importante de la RET, ya que ha trabajado mucho tratando terapéuticamente a los niños trastornados, a los padres y a las familias. Se centra en las acciones comunes de los padres que llevan y mantienen los trastornos emocionales en los niños. Discute tres creencias de las ideas más corrientes y erróneas acerca de la educación de los niños que son especialmente perjudiciales para ellos: los niños no deben estar en desacuerdo con sus superiores; los niños no deben estar frustrados; y los niños deben ser calmados primero y los adultos después. Describe tres modelos de educación de los hijos dentro de la familia que se fundamenta en estas tres creencias equivocadas.

Cuando los padres se acercan a un psicólogo casi lo único que piden es que les aconseje. Ellos no quieren una larga explicación de sus sentimientos o un análisis minucioso de su historia... ni que se les escuche moviendo la cabeza solemnemente repitiendo "comprendo, compendo"... Los padres piden consejo porque lo necesitan. Sea lo que sea lo que hayan estudiado no saben casi nada de cómo ser padres e incluso muchos terapeutas tampoco saben gran cosa de cómo ser padres ellos mismos.

En los últimos años se han hecho grandes avances en la psicología de los padres y de los hijos. Estos progresos nos han capacitado para hacer una buena labor con los padres y los hijos por primera vez desde que comenzó el movimiento de salud mental. Mucho se debe a las contribuciones de la RET y al trabajo de Rudof Dreikurs (Dreikurs, Gould y Corsini, 1974). R. Dreikurs era un seguidor de Adler. Cualquier psicólogo que conozca bien estas dos escuelas de pensamiento se hallará bien preparado para aconsejar a los padres en la forma de educar correctamente a sus hijos.

ERRORES COMUNES DE LOS PADRES

Si los padres son culpables de alguna de estas prácticas, algún día tendrán problemas con sus hijos.

1. Los niños no deben cuestionar ni discrepar de sus superiores






Algunos padres no aceptarán de buena gana si se les da un consejo contrario a este. Ellos quiere que uno les apoye en todo y cuando uno les dice que quizás sus hijos tienen razón en esto o aquello, no lo aceptan. Así es como la psicología se hace impopular. Somos acusados de estroperar las futuras generaciones cuando, de hecho, lo que estamos haciendo es darles confianza y fuerza, ¡Y los padres no se lo creen! El enseñar a los niños a que piensen por sí mismos supone que ellos van a ser más sanos mentalmente, La RET está basada en adquirir esta habilidad: rebatir un conjunto de ideas o creencias que se cree que son correctas hasta que se descubre que no son así. El terapeuta, para hacerles comprender a los padres que acepten este consejo, recalca que es necesario que el niño aprenda por su propia experiencia difícil. Si el padre está tan en lo cierto, ¿por qué se pone tan nervioso ante la rebelión del niño o del joven? Lo único que tiene que hacer es esperar un poco y su hijo se romperá las narices en algún error que cometa y se dará cuenta con cierto dolor que sus padres tenían razon, Al hacer lo contrario, es decir, al lanzarle toda su sabiduría le puede producir un vómito psicológico inmediato en forma de una lucha por el poder.

Este fenómeno se está extendiendo cada vez más en esta época de mayores libertades para los adolescentes: por ejemplo, para votar y para tomar bebidas alcohólicas. En vez de seguir obedientemente las huellas de un orden establecido en la sociedad como quizás se ha hecho hasta hace unas generaciones, el adolescente de hoy se convierte en el "tipo listo" que hace lo contrario de lo que se le dice. Sin embargo, todo esto no es malo. Hay que advertir al padre que aconseje a su hijo una o dos veces y luego se calle. Lo que le ocurra a su hijo luego, será responsabilidad suya, no de su padre. Esto puede ser difícil, si por ejemplo no sigue el consejo de su padre. Así es como algunos jóvenes mueren en accidente de moto o acaban en la cárcel al ser arrestados por causa de las drogas. El padre resulta que tiene razón pero a un precio muy costoso. Hay que decir al padre que este es un riesgo que hay que correr.

Actualmente el padre no tiene opción en este asunto. Incluso si le aconsejáramos que fuera menos exigente en sus advertencias sobre los accidentes de moto y los arrestos por drogas, el joven en su lucha por el poder va a hacer justamente lo contrario de lo que se le dice. Por eso lo mejor que podéis hacer es advertir a los padres que no atosiguen demasiado a su hijo rebelde. Al recordarles que no necesitan estar perturbados por los problemas y trastornos de los demás y que no es vitalmente importante para su existencia lo que hace su hijo, les aseguras que están tomando los padres una actitud sana y correcta, que tiene una posibilidad de causarle una impresión en su hijo y de cargar la responsabilidad de su comportamiento sobre él mismo.

La edad normal en la que un hijo cuestiona la sabiduría de sus padres es cuando se acerca a la adolescencia. De la noche a la mañana ese chico o chica tan dulce y tan amable se convierte en un demonio mezquino y desobediente. Esta es la lucha por el poder y el adolescente cuestiona todo lo que se le ha dicho anteriormente. Así sea. Es mejor dejarles que lo cuestionen todo y conformen sus vidas de acuerdo con lo que descubran con dificultad. Cuando ellos no salen perjudicados por su estupidez, ayudarán a reformar el mundo con sus frescos y renovadores puntos de vista sobre la política, la religión, el sexo y la moda. La sociedad que no estimula el desafío de la tradición (los indios o los aborígenes australianos) puede continuar casi igual durante siglos sin prácticamente ningún cambio.





2. No se debe frustrar a los hijos






Algo serio nos está ocurriendo como personas y especialmente a nuestros hijos. Hemos desarrollado una actitud que podríamos llamar "frustración-fobia". Nos esforzamos una enormidad para hacer que la vida sea tan fácil y tan agradable que la frustración se ha convertido en una palabra horrenda. Los padres que acuden al terapeuta sintiéndose culpables por las frustraciones de sus hijos pueden verse libres de ese peso si les hacemos ver claro que el proteger excesivemente a sus hijos de muchas frustraciones  de la vida puede ser perjudicial para ellos. No se aprecia suficientemente hoy en día el valor de la vida superando las frustraciones y haciéndose más fuerte en su lucha contra ellas. Algunos padres desean tanto ahorrar a sus hijos todo tipo de dolor que a veces no saben cómo soportarlo y trabajar al mismo tiempo con eficacia.






Parece que la mayor parte de las personas creen siceramente que no podrán continuar con sus responsabilidades si están frustrados. A un joven no le agrada recibir órdenes de su jefe. Esto le produce frustración y se siente plenamente justificado para responder a su jefe que se "vaya a hacer gárgaras". Le resulta totalmente extraña la idea de que él tenga que hacer su trabajo bien sea agradable o no. ¡Tonterías! Que aprenda él a soportar las molestias de la vida ¿Quien diablos le ha dicho que en este mundo iba a ser todo agradable y sin problemas? ¿Y qué pensar de un hijo de 18 años que les pide constantemente a sus padres que le compren un coche porque todos sus amigos ya lo tienen? Ciertamente nosotros le podríamos permitir a ese joven que gane su dinero para el coche, o que ande en bicicleta o, si esto no les parece bien a sus padres, que vaya andando.

Un padre, bienintencionado, quería evitar a su hijo la frustración de quedarse sin dinero porque lo gastaba en seguida a lo loco. Él constantemente le estaba aconsejando a su hijo que gastara su dinero con más cuidado hasta que un día se enfadó muchísimo con su padre. No sabiendo cómo solucionar este problema, este señor recurrió al psicólogo para que le prestara ayuda para evitar a su hijo las frustraciones que él estaba seguro que tendría si no administraba mejor su dinero.

Aquí estaba otra vez ese miedo de dejar a alguien frustrado, la necesidad de hacer algo, cualquier cosa, para impedir que tenga unos momentos de malestar y de dolor. El profesional no tenía ese problema y por tanto le advirtió a ese padre que dejara de aconsejarle a su hijo y que le permitiera que él sufriera por sus errores. - "Pero - protestó el señor -, si hago eso John se quedará sin dinero en un par de días y yo no le quiero dar más dinero hasta dentro de dos semanas. ¿Qué hará el pobre muchacho?"
- "Sufrir" - contestó el terapeuta con calma pero seriamente.
- "Sí, lo se. Pero, ¿qué puedo hacer para evitarle a él ese sufrimiento?"
- "Vd. ya ha hecho todo lo que podía hacer. Vd, le ha advertido y le ha aconsejado que no sea imprudente y derrochador. Si él no sigue su consejo, déjele que ande sin dinero y que este sufrimiento le haga llegar al convencimiento que Vd. fue incapaz de llevarle.

Esre enfoque hace una utilización constructiva de la frustración. La considera como una cualidad inevitable de la vida y acepta el bien que puede reportar. Y cuando se piensa en esto, ¿no es la incapacidad para soportar la frustración una de las características principales de las personas neuróticas e inmaduras?

Es hora de que nosotros los psicólogos veamos los grandes beneficios que se pueden lograr del sufrimiento, En vez de estar siempre evitando que las personas sufran, ayudémoles a que sepan soportar las contrariedades de la vida. La autodisciplina y el soportar que no todo sea logrado o satisfecho al momento es uno de los grandes beneficios que reporta un sufrimiento temporal y pasajero. El aprender a superar los miedos requiere la misma tolerancia de tensión que la autodisciplina, y a veces más. Si una persona huye de la frustración cada vez que se enfrenta a una situación difícil, tal como bailar en una sala de baile delante de mucha gente por primera vez, hablar en público, correr el riesgo del fracaso y de la humillación, ella nunca dominará ninguna de estas habilidades. La mejor manera de superar el miedo es enfrentarse a él repetidas veces hasta que uno ya se acostumbra a él y lo acepta con normalidad. Pero durante ese período de ajuste y de insensibilización, el miedo cobra su tributo. La persona se pone nerviosa, tensa, preocupada, deprimida, etc. ¡Es desagradable! Nuestro consejo sería de aquí en adelante: Mantente firme. No corras ni huyas de la experiencia solamente porque es dolorosa. Si soportas un poco de dolor ahora, al final será menor. No te excuses anti mi mismo insistiendo que no se puede esperar que lo hagas simplemente porque te molesta muchísimo. Eso es una tontería. Muchas veces los actores de teatro en la noche de estreno tienen un miedo espantoso. Ninguno de los espectadores ni el director de escena aceptaría esta excusa como válida para no estrenar la obra.

Las personas pueden hacer un buen trabajo en situaciones de gran dificultad, mientras están frustradas, con miedo y con una gran tensión. Tendrán que hacer un mayor esfuerzo, por supuesto, pero debe hacerse. Esta es la razón por la cual sería mejor enseñar a los hijos a vivir con algunas frustraciones durante períodos limitados de tiempo. A no ser que hagan esto, no tendrán ninguna posibilidad de hacerse fuertes en la vida.

3.-  Los hijos deben calmarse primero y luego los padres.






Este es un error crucial. La familia que cataloga a su hijo como enfermo no se da cuenta de que está contribuyedo muchísimo a que él esté trastornado, No solamente es injusto suponer que el hijo hará todo bien, sino que es poco realista esperar que logre un grado de control al que los padres no llegarán, Por ejemplo, si tú como padre te enfadas ante la primera contestación de tus hijos, detente a pensar lo poco razonable que estás siendo. Quieres que tu hijo de diez años se auto-controle de una forma plenamente adulta, en cambio tú que eres un adulto maduro te puedes enfadar cuando gustes. Insistes en que se domine él primero y luego te dominarás tú.

Esto es como poner el carro delante del caballo. Domínate primero y luego exígeselo al niño. De esa forma actuarás con mayor justicia. Normalmente estarás más sereno para volver a tratar el problema con tu hijo y eso automáticamente significa mayor equidad. Los padres que hacen depender su conducta serena de lo que hagan sus hijos les atacan, a veces literalmente.Y luego ellos recobran una serenidad a costa de los esfuerzos de sus hijos. Esto es una equivocación. Los niños no nos trastornan, solamente nos frustran. Ellos tienen más derecho a comportarse neuróticamente que nosotros porque ellos son niños. Y se supone que ellos tienen más dificultad en volver a la estabilidad porque son niños y nosotros somos adultos. Pero eso es precisamente lo contrario de lo que esperamos que sean. Hemos visto a muchos padres quejarse de sus hijos que no estaban haciendo lo que los mismos padres eran incapaces de hacer.

Ayudar a los padres a que se auto-controlen es muy posible, si les aseguras que con mucha práctica, pueden aprender primero a serenarse ellos mismos y luego tratar de arreglar los trastornos de sus hijos. Esto disminuiría fácilmente el abuso de los niños producido por las acciones impulsivas. También reduciría aquellos castigos extremos a los que los padres les someten cuando se acaloran discutiendo con ellos. En la furia de un altercado, algunos niños han sido castigado a permanecer en sus habitaciones durante un mes seguido después de venir de la escuela. Una hora más tarde la exageración de ese castigo se comprende claramente, pero solamente cuando a papá o a mamá se les ha pasado el enfado.

Un beneficio final que se consigue con hacer que los padres se centren primero a sí mismos es que los niños no sean culpados tan injustamente, El echar la culpa a otros es la acción más neurótica de todas. Se te altera la sangre hasta un punto tan excitado que muchas veces te comportas irracionalmente y dices cosas con la sóla intención de hacer daño y molestar. Pueden ser serias las consecuencias físicas que te puede acarrerar. Pero, el echarle la culpa a tu hijo le puede destrozar durante años. Los sentimientos o complejos de inferioridad que puede tener, las depresiones y la excitación en el momneto del odio pueden producir toda clase de miserias y de desgracias a todo tipo de personas.

Resumiendo, como terapeuta tu labor consiste en explicar a los padres que acuden a ti como clientes que ellos creen erróneamente que: (1) nosotros frustrammos a nuestros hijos, quienes, a causa de su inmadurez, se trastornan a sí mismos; (2) nosotros no utilizamos este problema como una razón para crearnos un problema mayor: el auto-trastorno; y (3) despuès de habernos centrado en nuestros sentimientos y de haber intentado limitar nuestros problemas solamente a los hijos, nuestra atención se vuelve hacia ellos y aplicamos todo nuestro conocimiento en ayudarles a que se serenen y luego les enseñamos a que eliminen, minimicen o eviten futuras frustraciones.

Fuente:
Manual de Terapia Racional-Emotiva
Albert Ellis
Russell Grieger







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domingo, 21 de septiembre de 2014

LA EDUCACIÓN RACIONAL EMOTIVA (ERE)


William J. Knaus




La Educación Racional-Emotiva (ERE) es un programa de educación afectiva que tiene muchos puntos de contacto con la TREC

La Educación Racional Emotiva (ERE) se encuentra entre los mejores programas psicológico-educativos o afectivo.-educativos. Trata de ayudar a la persona a adquirir un conjunto de estrategias cognitivo-emotivo-conductuales que le capacite a identificar sus sentimientos y afrontar y cambiar sus pensamientos y su conducta inapropiada.

ENFOQUE DE LA EDUCACIÓN RACIONAL-EMOTIVA


La Educación Raciional-Emotiva (ERE) presenta un enfoque sistemático para enseñar las técnicas de la solución de los problemas que sigue  los principios de la psicoterapia racional-emotiva. (Ellis, 1962; Ellis y Harper, 1961; Goodman y Multsby, 1974) Mientras la ERE es idéntica filosóficamente a la TREC, pone un mayor énfasis en el aprendizaje experiencial como lo defendió J. Dewey (Bernstein, 1960) y Piaget y Inhelder (1970) y en las estrategias de simulación descritas por Knaus y Wessler (1976). Más aún, la ERE supone que los niños aprenderán a enfrentarse racionalmente a sus problemas por medio de la presentación de tareas y de problemas en un ambiente de grupo.

La ERE, a diferencia de del proceso psicoterapéutico, es una serie planificada de lecciones emotivas que sigue un programa temático.(Knaus, 1974; Knaus y Eyman, 1974; Knaus y McKeever, 1977). La ERE ofrece un método a profesores y alumnos de aprender las habilidades de la auto-ayuda siguiendo una serie de lecciones que les capacita cada vez más para comprender mejor sus sentimientos, para solucionar sus problemas básicos y para examinar el resultado de sus esfuerzos. Así, un niño con problemas emotivo-conductuales encontrará un firme fundamento de conocimientos y de habilidades para aplicarlo en la práctica.

El programa temático estructurado de la ERE comprende una serie de unidades didácticas que ayudan a los niños a conocer sus sentimientos y cómo se desarrollan, a distinguir entre las suposiciones y los hechos, a rebatir las ideas que subyacen en los sentimientos de inferioridad, a aceptar la imperfección, a enfrentarse a las reacciones emocionales perturbadas (depresiones, angustia), a desarrollar una perspectiva amplia, a tolerar la molestia de la frustración y a superar los estereotipos sociales a causa de tener un sexo determinado.

El capítulo 3 de Rational Emotive Education (Knaus, 1974) ilustra la forma de ser aplicada la ERE. Esta unidad está preparada para ayudar a los niños a definir y a identificar los sentimientos comunes y a demostrar que los sentimientos están influidos por los pensamientos. Una lección de ese capítulo recalca un juego de pantomima (El Acertijo de la Expresión), que ayuda a los alumnos a aprender que las personas no expresan uniformemente sus sentimientos y más aún, que una persona solo puede determinar exactamente lo que otra persona está sintiendo haciéndole preguntas. Para demostrar estas diferencias individuales el encargado del grupo de la clase selecciona varios grupos de voluntarios para que hagan una representación mímima de un sentimiento particular a su propio estilo. Cada grupo va pasando uno detrás de otro representando mímicamente un sentimiento diferente mientras el resto de la clase trata de adivinar el sentimiento que quiere expresarse por medio de la pantomima.

El programa de la ERE mantiene una transferencia de aprendizaje al animarles a los niños a que comprueben en las diversas situaciones de su vida los principios que están aprendiendo. En el Acertijo de la Expresión descrito, por ejemplo, se les puede asignar a los alumnos el ejercicio de preguntar al profesor cómo puede sentirse en diversas horas del día y luego comprobar si sus adivinanzas corresponden a la realidad. Los principios también pueden ser aplicados espontáneamente cuando se producen los problemas reales. Por ejemplo, en un aula, un niño se molestó al principio al llegar a la conclusión que a su amigo no le gustaba cuando estaba enfadado. En vez de caer en un estado de depresión o de irritación, el niño fue capaz de utilizar los conceptos aprendidos en el Acertijo de la Expresión para analizar este problema comprobando sus percepciones y descubriendo que ciertamente su amigo estaba enfadado, pero que su enfado no estaba dirigido contra él.

Los conceptos educativos racional-emotivos pueden ser incluidos formalmente en la programación escolar como un medio preventivo de salud mental. Con esto se pretende enseñar a los niños a pensar objetivamente. Eso se puede lograr asignando a los niños la tarea de examinar el impacto que ciertas creencias ejercen sobre su propia conducta y la de los demás. Por ejemplo. se puede examinar la superstición en las unidades de los estudios sociales analizando el fundamento que existe para temer a los gatos negros o al martes y trece como un día de mala suerte. Una vez que el niño ha aprendido a reconocer sus suposiciones personales que le inducen al miedo, se pueden utilizar estos métodos para rebatir sus propias ideas como tácticas para solucionar sus problemas.

Por supuesto, el ambiente del aula puede ser un lugar muy aprovechable para que los niños aprendan múltiples estrategias racionales por medio del programa de la ERE. Por ejemplo, se les puede enseñar a los niños un vocabulario sobre las emociones y sentimientos que les capacite para identificar y expresar con mayor exactitud sus sentimientos. Muchos niños tienen auténtica necesidad a este respecto. Ellos hablan de generalidades y no logran especificar con exactitud sus sentimientos. Así, el enseñar a los alumnos que utilicen palabras y frases descriptivas y concretas les ayuda en su trabajo y en las situaciones de su vida diaria.

Con la ERE se pueden utilizar algunas tácticas adicionales. Kazdan (1975) propuso que se podían emplear incentivos económicos para estimular a los niños a comprobar activamente sus comportamientos racionales. Según las diversas circunstancias de cada problema, se le puede reforzar a un niño con vales que se pueden cambiar por premios cuando intenta enfrentarse racionalmente a un problema difícil. También se pueden utilizar los vales para estimular los comportamientos positivos experimentales para correr riesgos, tales como cuando un niño tímido se ofrece voluntario para hablar en la clase delante de todos sus compañeros.

El autor también ha desarrollado una técnica evocativa combinando la ERE con el refuerzo para hacer que los niños difíciles se comporten de forma apropiada. Por ejemplo, en una primera reunión de grupo con ocho niños revoltosos y trastornados emocionalmente de 11 y 12 años de edad, el autor sugirió que el grupo probablemente no se centraría en lo que iban a hacer porque dudaba incluso de que se pudieran mantener sentados en sus sitios respectivos si siquiera media hora. Cuando uno de los niños del grupo le desafió, el autor le dijo al grupo que les daría a cada uno una moneda si el grupo era capaz de centrarse en lo que hacían durante media hora, pero que él dudaba que tendría que pagarles nada porque el grupo "haría lo que les viniera en gana". El acuerdo consistía en que todos los del grupo tendrían que permanecer centrados en la "lección de los sentimientos", preguntar activamente y responder a las preguntas y no levantarse de sus asientos. El grupo se puso en pie desafiándole y le ganaron la apuesta. De acuerdo con el enfoque de la ERE, el autor intervino activamente con los niños para ayudarles a ver cómo los pensamientos influyen en los sebtimientos y acciones de una persona. Utilizando ejemplos que le sugerían los mismos miembros del grupo, el autor comenzó a demostrarles la forma de superar las frustraciones y la impulsividad. En la segunda reunión del grupo, se retiró la recompensa de la moneda; sin embargo el grupo permaneció muy atento durante toda la sesión de media hora. Se introdujo un nuevo concepto motivacional. Hablando con el autor, el grupo estaba entusiasmado por aprender los conceptos racionales para desarrollar el "músculo mental". A esto se le llamó el "kárate mental". Se les dijo que en el kárate uno apende los métodos de defensa física. En el kárate mental, uno aprende a defenderse nentalmente aprendiendo la forma de no hacer caso de los insultos ni de otros medios por los que las personas se perturban innecesariamente a sí mismos. Se hicieron unas vendas rojas de distintos colores para ponérselas en la muñeca de la mano y que representaban los diversos niveles de competencia alcanzados en este proceso de aprendizaje mental. Los miembros del grupo dijeron que solamente llevarían estas vendas en sus muñecas durante las reuniones de grupo ya que decidieron que el kárate mental sería su arma secreta para el dominio de sí mismos y no querían hacer publicidad de su competencia.


http://www.rebtnetwork.org/library/Rational_Emotive_Education.pdf

Fuente:

Manual de Terapia Racional-Emotiva
Albert Ellis
Russell Grieger







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sábado, 19 de julio de 2014

TOLERANCIA A LAS BROMAS

Aumentar la tolerancia de su hijo hacia las bromas

Michael Bernard




¿Es su hijo víctima de las bromas? Uno de los eventos estresantes más comunes para los niños es que les molesten con bromas, sobre todo si sucede a diario. Puede ser o no que los niños le digan qué es lo que les está molestando, en particular si lo visualiza como algo vergonzoso, que no van a poder manejar.

Estas bromas empiezan a muy temprana edad y continúan hasta el colegio, existiendo un pico entre sexto y noveno año. Si su hijo vuelve de la escuela apagado, triste o con comportamientos agresivos, puede ser que sea víctima de las bromas. Un número sorprendentemente alto de niños que he tratado entre los 9 y los 11 años de edad, han desarrollado síntomas de ansiedad hacia la escuela. Se despiertan por la mañana (en especial los lunes) y rehúsan ir a la escuela o desarrollan una gran variedad de síntomas físicos (como náuseas o dolores de cabeza), lo que ocasiona que los padres les dejen quedarse en casa. Tras examinarles, los médicos casi nunca encuentran anomalías en el niño. Éstos niños sufren de estrés, ya que no han desarrollado habilidades para tolerar las bromas.

Es vital que como padre esté alerta a las señales de que su hijo está siendo molestado. Si empieza a sospechar que su hijo está siendo molestado frecuentemente y no lo está manejando bien, verifíquelo con él o con la maestra. Si sus corazonadas eran ciertas, es importante que lleve a cabo acciones para ayudar al niño a desarrollar el músculo emocional, necesario para lidiar con las bromas.

Las técnicas que les voy a sugerir para ayudar a su hijo con las bromas, son apropiadas para usarlas entre los 7 y 18 años de edad. No asuma que porque su hijo es mayor, debe ser capaz de manejar las bromas; yo he visto muchachos de 15-16 años que son víctimas de las bromas en el colegio. Estos niños y niñas pueden albergar problemas emocionales como depresión y ansiedad. El acercamiento que utilizo cuando trabajo con niños y adolescentes víctimas de bromas, ha funcionado en el 90% de los casos que he visto. Usualmente, toma entre tres a cuatro semanas trabajarlo; en casos más severos, por ejemplo en niños con depresión severa, puede ser que tome ocho o diez semanas. Si su hijo está muy afectado por las relaciones con sus pares, es recomendable que busque a un psicólogo o psiquiatra infantil o de adolescentes.

Tres pasos prácticos pueden ayudar a su hijo a superar sus problemas con las bromas. El primer paso es averiguar si alguien puede hablar con los principales "verdugos" del niño. Algunos informantes potenciales como amigos del niño de la escuela, la maestra o el niño pueden facilitarle los nombres de los compañeros que están molestando. Algunas veces y especialmente si su hijo está siendo molestado por solo un estudiante, la escuela puede pedirle a ese estudiante que pare de molestar; en este caso el estrés se evapora rápidamente sin necesidad de mayor intervención. Este acercamiento ha funcionado en un gran número de casos. Sin embargo, cuando no pueda influir en el comportamiento de los compañeros de clase de su hijo o cuando la situación proviene de varios ofensores, es necesario tomar medidas más fuertes.

Lo más probable es que usted le haya aconsejado a su hijo que ignore las bromas, o como último recurso que peleé físicamente (¡Defiéndase usted mismo!). Yo no creo en animar a un niño a solucionar un problema social, que es doloroso y frustrante, mediante métodos agresivos. Esta solución instaura un precedente arriesgado. Además, con frecuencia, se perjudica al niño metiéndole en problemas con las autoridades escolares o "atizando más el fuego" con sus compañeros. Por el otro lado, su consejo de ignorar la broma es similar a la solución que yo recomiendo. Los niños tienden a encontrarla como un hecho imposible, por el alto grado de frustración y enojo; sin embargo, consiste en ignorar las bromas con firmeza. La mejor manera de lograr que un niño ignore las bromas es ayudándole a que éstas le molesten menos y así aumentar su tolerancia a las bromas. ¿Cuál es la psicología de enseñar a los niños a no sentirse tan mal por ser molestados con bromas? Los niños que tienen Baja tolerancia a la Frustración por las bromas tienen una serie de pensamientos y actitudes sobre ser molestados muy diferentes a las de los niños que toleran las bromas sin enojarse.

Las bromas, en particular, no son las que causan el dolor emocional del niño, sino los pensamientos irracionales que presenta el niño sobre ser molestado. Su hijo, probablemente, es más sensible a ser molestado que otros niños, que no lo consideran tan en serio. Usted puede ayudar al niño a desarrollar músculo emocional, ayudándole a cambiar esas ideas sobre ser bromeado. Al enseñarle al niño a pensar diferente, usted puede inocularlo a no ser hipersensible en el futuro,

Existen tres pensamientos irracionales, negativos y falsos, que causan que los niños se enojen sobremanera por ser bromeados. Al identificar estos pensamientos con el niño y ayudarle a corregirlos, usted tomará un largo camino hacia el fortalecimiento de su hijo contra las bromas y, en consecuencia, su hijo va a ser capaz de ignorar las bromas consistentemente, al punto de no ser molestado.

Pensamiento errado número 1: "Como estoy siendo bromeado, no le agrado a nadie"


Explíquele al niño que, aunque parezca que no le agrada a las personas que lo molestan, generalmente esto no es cierto, Los compañeros pueden bromearle por varias razones, primero porque reacciona mal y demuestra que se enoja. Si es así, explíquele al niño que seguro que sus compañeros le molestan para tratar de hacerle enojar. Segundo, los niños a veces bromean para ser "cool" o chistosos y tercero, los niños bromean porque todos los demás lo hacen. Ninguna de estas razones tienen algo que ver con que si su hijo le agrada o no a los otros niños. Pregúntele al niño si alguna vez ha molestado a alguien que a él le agrade (casi todos los niños han molestado a alguien en algún momento). Asegúrese de que el niño entienda que bromear tiene mucho que ver con hacer chistes y casi nada que ver con caer bien o mal (claro que pueden haber uno o dos compañeros que le molesten porque no les cae bien, pero es la excepción de la regla).

Pensamiento errado número 2: "Como estoy siendo molestado no tengo esperanzas y soy un idiota"


Explíquele a los niños que porque le digan un apodo, eso no les convierte en el apodo. Pregúntele al niño que ¿si alguien le llama sapo, se convertiría en un sapo?

Discuta con el niño si toma como verdad  lo que una persona piense de él. Asegúrese de que entienda que no es correcto evaluarse en su totalidad como inútil o estúpido solo porque alguien le dijo un apodo. Ninguna opinión vale tanto. Dedique un poco de su tiempo ayudando a su hijo a hacer una lista de sus cualidades positivas. Los siguientes son algunos ejemplos de listas positivas hechas por niños con los que he trabajado: soy bueno construyendo modelos, soy bueno arreglando bicicletas y radios, me gusta trabajar con animales en una granja, me gusta el aire libre y la naturaleza, soy bueno en Matemáticas y Ciencias, estoy interesado en el ambiente y la contaminación, yo ayudo a las personas enfermas, soy bueno en inglés y me gusta leer, me gusta la música y se tocar un instrumento, me gusta actuar, soy bueno dibujando y pintando, soy bueno en los deportes y en el fútbol, me gusta ser amable con los niños, soy bueno en enseñarle a los demás, yo escucho los problemas de todos, tengo un buen sentido del humor, soy muy trabajador, yo ayudo en los quehaceres, yo me llevo bien con mis padres y soy buen cocinero, soy de confiar y soy bien organizado; tengo dos buenos amigos.

Si logras que el niño empiece a pensar más en sus cualidades positivas, entonces es menos probable que se sienta mal y se enoje cuando le molestan.

Pensamiento errado número 3: "No soporto que me molesten"


Cuando su hijo piense esto, se va a frustrar y va a enojarse y, como consecuencia, va a reaccionar pobremente. No obstante, ese pensamiento no es cierto: su hijo puede soportar situaciones y bromas que no le gustan. Explíquele al niño que "no lo soporto" significa, literalmente, que no es posible tolerarlo, que su cabello se va a caer, que se va a debilitar y que lo va a matar. Recuérdele al niño, que lo ha podido soportar mucho tiempo, a pesar de que lo detesta. Refuerce el dicho "las piedras y los palos pueden romper mis huesos, pero las palabras no pueden hacerme daño".

Como padre o madre, usted puede hacer mucho para ayudar a que sus niños (as) tengan buenas relaciones sociales. Las relaciones del niño con sus compañeros de clase van a determinar no sólo su felicidad, sino que también van a influir, directamente, en su autoestima. Un problema que se puede presentar en las relaciones de pares del niño es la dificultad extrema en el manejo de las bromas. Para ayudarle a su hijo a aumentar su tolerancia a las bromas, trate de ayudarle a que se vuelva un pensador racional. Anímele a reaccionar ante las bromas pensando: "Sólo porque me molestaron no significa que me odien o que no soy bueno". "Soy agradable y capaz". "Aunque no me gusta que me molesten puedo soportarlo". Además, recuérdele al niño lo importante que es ignorar las bromas, Si puede ignorarlas por varias semanas, van a empezar a disminuir (aunque pueden ponerse un poquito peor antes de que mejoren). Enfatice que cuando los bromistas se dan cuenta de que sus palabras no están teniendo efecto, eventualmente van a parar o a molestar a otra persona.

Fuente: Manual práctico Terapia Racional Emotiva Conductual TREC

Ana Catalina Vargas, Ma.
CETREC
Leonor Lega, Ph.D.
Saint Peter's College







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domingo, 29 de junio de 2014

CONTROL DE LA IRA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES


Cómo sentirme menos enojado cuando las cosas no salen a mi manera


Harriet Barrish






Pensamientos negativos que me llevan a enojarme cuando no consigo lo que quiero:


- ¡Yo no tengo que hacer lo que ella dice!

- ¡Yo no debería tener que hacer eso!

- No puedo soportar cuando no puedo...

- No puedo soportar cuando él...

- Tú nunca me dejas hacer nada.

- Deberías hacerlo como yo quiero.

- ¡No es justo!

- Si ellos pueden hacer eso... ¿por qué yo no?

- Yo debería ser lo suficientemente adulto para...

- Dime por qué... ¡No tienes una buena razón!


Pensamientos funcionales para pensar cuando mamá o papá no me dejan hacer lo que yo quiero:


-Nadie puede hacer lo que quiere siempre que quiera.

- Es decepcionante cuando no puedo hacer lo que quiero, pero no es tan terrible ni horrible, a menos  que  yo mismo me diga cosas que me hagan sentir muy mal.

- Si me molesto y respondo enojado, eso sólo empeorará las cosas para mí.

- Si me molesto y respondo enojado, ellos, probablemente, no me darán el permiso la próxima vez que  lo pida.

- Ningunos padres dejan a sus hijos hacer siempre lo que quieren.

- Yo los amo a pesar de que no me gusta la manera en que están actuando.

- Ellos no dejan de amarme; es sólo que no les gusta cuando me enojo y me desquito con ellos.

- Está bien enojarse, pero puedo enojarme menos al leer estos pensamientos.

- Está bien enojarse, pero no es nada bueno desquitarse con alguien más,

- Probablemente, es mejor sentirse decepcionado que enojado.


Fuente: Manual práctico Terapia Racional Emotiva Conductual TREC

Ana Catalina Vargas, Ma. (CETREC)
Leonor Lega, Ph.D. (Saint Peter's College)



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sábado, 28 de junio de 2014

EL CONSTRUCTO “INTELIGENCIA EMOCIONAL”: APORTACIONES DE LA TREC A PARTIR DEL MODELO DE HABILIDADES DE SALOVEY Y MAYER


HIPÓTESIS SOBRE LOS BENEFICIOS DE LA APORTACIÓN DE LA TREC





Posibles aportaciones desde la TREC al modelo de habilidad de Salovey y Mayer en cada uno de los cuatro niveles jerárquicos:


El principal objetivo de la terapia será detectar y cambiar tanto las evaluaciones erróneas de la realidad (fruto de las distorsiones) como las creencias dogmáticas y absolutistas (exigencias y derivados) que las originan. La meta que se persigue es que el paciente pueda llegar a ser su propio terapeuta y por tanto ser capaz por él mismo de encontrar nuevos pensamientos alternativos y más constructivos que le ayuden a tener un mayor manejo de sus emociones y a conseguir sus objetivos y metas personales. En eso consiste al fin y al cabo la inteligencia emocional.  El estilo de la TREC es activo, directivo y en gran parte educativo. (Ellis y Dryden, 1987, Ellis, 1984, Walen, DiGiuseppe y Dryden, 1992)

Nivel 1: Percepción, valoración y expresión de las emociones.


En esta primera fase un individuo evalúa (toma actitudes, se siente predispuesto) cuando percibe  algo como “bueno” o “malo”, “agradable” o “desagradable”, “beneficioso” o ”perjudicial” y si su evaluación es muy intensa se emociona y es entonces cuando, (como resultado de su percepción), responde de un modo positivo o negativo. La evaluación es una característica fundamental del organismo humano y parece trabajar en una especie de circuito cerrado con un mecanismo de retroalimentación, ya que la percepción predispone a la respuesta y la respuesta tiende a responder a la percepción subsidiaria. La emoción, por lo general (probablemente siempre) va acompañada de algún tipo de sensaciones corporales, las cuales, (al ser percibidas por la emoción individual), refuerzan la emoción original. Por consiguiente las emociones son evaluaciones con un fuerte componente corporal, mientras que las llamadas actitudes no emocionales son evaluaciones con un componente corporal y relativamente débil (Ellis, A.1998)

Ejemplo: Una persona llega a un lugar donde hay mucha gente desconocida y tiene que hablar en público. Todos la miran fijamente. Según el tipo de interpretación que haga sobre este hecho, es decir según lo que piense, reaccionará a nivel emocional y conductual. Por ejemplo si piensa que los demás la están evaluando positivamente se sentirá mucho mejor que si piensa que la evalúan negativamente. En función de lo que piense actuará también de diferente forma. Si piensa positivamente, posiblemente actuará de forma firme y segura y si lo hace negativamente empezará a sudar, a ponerse roja, tartamudeará…. Y es muy posible que acabe bloqueándose. Las ideas que componen nuestra estructura cognitiva son fruto de las experiencias previas en diferentes áreas. Para cada una de éstas, poseemos  distintos esquemas o conjunto de ideas que nos permiten identificar los estímulos, categorizar la información, buscar estrategias para resolver problemas y alcanzar metas. Sería muy interesante aplicar en este punto de la terapia alguna de las pruebas psicométricas exclusivas de la TREC: Por una parte el test de Actitudes y creencias (ROI), un cuestionario de auto-informe que consta de 100 preguntas (V o F) y que evalúa cuales son nuestras creencias aprendidas. Y también sería conveniente aplicar la Escala de Actitudes y creencias, un cuestionario tipo Likert de 48 preguntas, donde se evalúan las actitudes y creencias mantenidas.

Nivel 2: Utilizar las emociones para facilitar el pensamiento


Cada vez que una persona realiza un acto neurótico (como temer de manera irracional hablar en público), está verbalmente diciéndose cosas como “¡oh, qué terrible sería si me encontrara frente a todos esos extraños, lo hiciera mal, me equivocara y ellos no me aprobaran!” Y es su verbalización interna la que en gran medida constituye o causa sus trastornos.

Las creencias están en el cerebro. Hay creencias que son objetivas o universales (como por ejemplo el punto de ebullición del agua), que es igual en todos los lugares y sea quien sea quien efectúe la medición, siendo por tanto una creencia racional lógica. Esa creencia objetiva no nos levanta ninguna emotividad y la respuesta es una actuación neutra, no predispone a una actuación. Pero cuando se trata de ideas o estímulos no medibles la cosa se complica. Lo que ocurre entonces es que pensamos con una creencia que viene del consciente, del inconsciente, de la propia cultura filosófica y del propio aprendizaje del sujeto dentro de la familia. Existen unas creencias que están muy arraigadas (sobre todo en la cultura occidental) A esas creencias irracionales (Ellis encontró 12), les damos un criterio constante como el de la ebullición del agua y al darles una validez objetiva sufrimos, porque la emotividad siempre es secundaria: primero va la idea o pensamiento y después va el sentimiento. Si yo pienso que algo es “terrible” me voy a sentir irritado, temeroso, asustado…. y actuaré huyendo o agrediendo (o paralizándome). Pero es en el inicio donde tenemos que actuar (en los pensamientos) cuando damos validez a las creencias irracionales y empezamos a sentir emociones “negativas” y a sufrir. Las creencias están siempre, pero cuando viene un estímulo y las pone en marcha es cuando saltan las emociones negativas. Por eso es tan importante tomar conciencia de ellas para responder y funcionar de manera adaptativa. En la TREC el terapeuta, como una especie de sabio con autoridad, enseña literalmente al paciente cómo pensar más clara y científicamente sobre sí mismo, los demás y el mundo.
Durante las etapas iniciales de entrenamiento se recomienda enseñar al paciente el modelo ABC de forma directa, ya que le ayuda a entender su esquema conceptual e identificar y cuestionar sus aspectos irracionales para reemplazarlos por otros más funcionales. Aquí será muy importante el empleo de auto-registros.

Nivel 3: Comprender, analizar y utilizar el conocimiento emocional.


La TREC utiliza dos tipos de técnicas: Las “preferenciales”, que son exclusivas  de este modelo terapéutico y las “generales”, donde se toman técnicas de otros sistemas, adaptándolas para hacerlas consistentes a la teoría de la TREC. La TREC preferencial constituye la “solución elegante” y en ella se trabaja con el debate o cuestionamiento, el cual tiene el propósito de enseñar al paciente a utilizar el método científico para el análisis de su pensamiento irracional. Una vez que se han diferenciado las ideas racionales de las irracionales, lo esencial del debate es cuestionar las irracionales. Por medio del debate se discute el sistema de creencias irracionales del paciente y puede ser de naturaleza cognitiva, conductual o por medio de la imaginación. Se le puede pedir por ejemplo al paciente que se sitúe en el peor escenario posible (frente al auditorio, quedándose en blanco, haciendo una pésima exposición y con todo el mundo observándole atentamente…) El cuestionamiento es un proceso lógico y empírico en el que se ayuda al paciente a que se detenga y piense. Su objetivo básico es ayudarle a internalizar una nueva filosofía. En el ejemplo anterior: “Sería una gran contrariedad si no consigo hacer una buena exposición en público, pero puedo soportarlo. Simplemente puedo quedarme en blanco o puedo fallar y eso no es tan terrible” El debate por lo tanto se compone de dos estrategias básicas: se ayuda al paciente a que: 1)  examine y cuestione su forma actual de pensar, y 2) desarrolle nuevos y más funcionales modos de pensamiento. El debate es el centro de la TREC. Se prefiere trabajar primero con las creencias evaluativas y nucleares, debido a que los pensamientos automáticos surgen normalmente de los esquemas cognitivos nucleares. La TREC utiliza tres estrategias básicas en el debate: 1) centrarse en la falta de lógica, 2) centrarse en el aspecto empírico/objetivo y 3) centrarse en el aspecto pragmático/práctico. La primera es el núcleo principal del debate filosófico, técnica considerada parte de la TREC “preferencial”, las otras dos forman parte de la TREC “general”.

Nivel 4: Regular las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual


El objetivo de esta última etapa es fortalecer la nueva creencia racional. Cabe destacar que el cambio no es mágico ni sencillo y que requiere una gran dosis de esfuerzo y de tolerancia a la frustración. La nueva creencia racional tendrá forma de preferencia y sus inferencias serán racionales.
La TREC ha introducido el concepto de “tareas para casa” como una herramienta muy útil en el proceso psicoterapéutico. Su propósito principal es ayudar al paciente a reforzar lo adquirido mediante la sesión terapéutica como su nueva filosofía racional o su habilidad de debatir mediante ejercicios entre sesiones, cuando el sujeto interacciona con su mundo real en su día a día. Asimismo el terapeuta puede revisar los progresos de su paciente.
Hay muchas clases de tareas: de lectura, de escritura, de escucha, de imaginación, cognitivas, emotivas, conductuales, de relajación…. Ya que la mejor forma de optimizar el aprendizaje es utilizando multitud de técnicas y modalidades. Las tareas más frecuentes de la TREC preferencial  incluyen el Formulario de autoayuda, los Diarios, la Biblioterapia, las Audiciones y los Ejercicios para atacar la vergüenza.

La TREC también defiende una posición humanista


Así como otras terapias cognitivo-conductuales no presentan de forma explícita una orientación humanista, la TREC en cambio mantiene claramente una posición humanista-existencial. Como alternativa a la “autoestima”, Ellis propone el concepto de "autoaceptación" consistente en algo que podríamos llamar "el amor incondicional a nosotros mismos", querernos y valorarnos por el hecho de existir, sin calificarnos en ninguna escala de valores (podemos calificar las conductas, pero no a las personas). Esto mismo, también vale referido a los otros.   Además, la TREC no se limita a corregir áreas deficientes, sino a desarrollar potencialidades.

El  modelo de Mayer y Salovey es cohesivo y exhaustivo y predominantemente cognitivo, hace referencia al procesamiento emocional consciente. Al igual que en la TREC, las emociones no están sujetas a juicios valorativos, ni tampoco hacen referencia a emociones positivas o negativas en sí mismas, siendo la emoción vista igualmente desde un punto de vista adaptativo. Según este modelo, ser capaz de dar un carácter positivo a la adversidad no sólo mejora la salud e incrementa el bienestar sino que además permite mejorar y crecer psicológicamente. Desde la TREC, a pesar de que se intenta minimizar las emociones debilitantes, eso no quiere decir que sea poco saludable sentir fuertes sentimientos de pesar o  displacer cuando se experimentan sucesos desafortunados.

Ambos modelos se centran en el presente (en el aquí y el ahora), en las emociones negativas inapropiadas y en conductas desadaptadas que pueden sabotear una experiencia vital plena. Ambos comparten la idea de que  siendo capaces de aprender a utilizar las emociones desagradables de forma inteligente, podremos comportarnos de manera más asertiva y de este modo cambiar las circunstancias adversas externas. La TREC propone que cuando nuestras emociones “negativas” son más intensas (p.ej. ira, pánico o depresión) no solamente nos hace sentirnos infelices, sino que también nuestra habilidad para manejarnos en la vida comienza a deteriorarse. Por este motivo, la calidad de nuestros pensamientos cambia y empezamos a sacar las cosas de perspectiva, condenando a los demás por sus errores y volviéndonos asimismo menos tolerantes. Mediante el debate (empírico, pragmático y sobre todo filosófico) enseña a la gente a reconocer y cambiar los aspectos de sus pensamientos que no son sensatos, acertados o útiles para lograr así la superación de problemas y la mejora del desarrollo personal. De todas formas, también usa una serie de métodos emocionales y conductuales apropiados para reducir los sentimientos desagradables e incrementar la efectividad personal. Estos incluyen la imaginación racional emotiva, asertividad, asunción de riesgos, entrenamiento en habilidades de comunicación y ejercicios para atacar la vergüenza. De este modo la TREC nos ayuda a restaurar nuestro equilibrio emocional, ofreciéndonos métodos para pensar de forma más realista y con un mayor nivel de comprensión sobre nosotros mismos, los demás y el mundo, en general.

Ambos modelos entienden la inteligencia emocional como la habilidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada. Aprendiendo a utilizar  nuestras emociones de manera inteligente  evitaremos asimismo que ellas nos controlen a nosotros y dirijan nuestras vidas, dado que saber manejar adecuadamente nuestras emociones es síntoma de madurez.

Podríamos resumir diciendo que la Inteligencia Emocional significa tomar conciencia de nuestras propias emociones, comprender las ajenas (ser empático), ser capaz de controlarlas (las nuestras) para ser capaces de superar las frustraciones de la vida cotidiana, saber relacionarnos con los demás y saber tomar decisiones de forma adaptativa y adecuada.

La TREC en su mayor parte consiste en enseñar al individuo cómo continuamente está manteniendo filosofías de vida negativas y tontas, y cómo debe ver, examinar, comprender, desafiar y cuestionar estas filosofías negativas. Es así una verdadera escuela de terapia analítica, y se recomienda desmentir lo negativo más que acentuar lo positivo. Una de las principales razones para esto, es que ha encontrado que la gente trastornada acentúa lo positivo, y mientras se dicen a sí mismos que realmente valen la pena, que no necesitan tener miedo a nada ni a nadie, que sienten amabilidad hacia los demás y que mejoran cada día más y más, son todavía capaces de seguir al mismo tiempo afirmando y creyendo cosas fuertemente negativas de sí mismos (auto-saboteándose). En particular, la persona que  se mantiene diciéndose a sí misma frases sanas, tales como “no hay nada realmente de lo que tener miedo en mi relación con los otros, me gustaría que me aceptasen, pero puedo pasar sin su amor y aprobación”, puede muy fácilmente seguir diciéndose a sí misma con mucha más fuerza y convicción “pero es terrible si yo no les gusto, y sería catastrófico, si están firmemente en contra mía”. 

Verdaderamente, el simple hecho de que el individuo sea consciente de decirse a sí mismo que no le importa demasiado, si la desaprobación de los otros puede impedirle darse cuenta de que cree más firmemente que se preocupa en exceso por su desaprobación. El “pensamiento positivo” por lo tanto, es generalmente una disculpa y encubrimiento de los fundamentales y todavía muy vivos procesos neuróticos. Está relacionado con el mecanismo de “uvas amargas” de las Fábulas de Esopo, donde la zorra no siendo capaz de alcanzar las uvas y temerosa de que los otros animales la despreciaran por no ser capaz de lograrlo, pretendió que en realidad y en primer lugar no quería las uvas. El hecho es que por supuesto que las quería, y en lugar de decirse saludablemente a sí misma “bien, yo quiero estas uvas, pero no puedo alcanzarlas. Mala suerte, y si los demás me desprecian por no ser capaz de alcanzarlas, ese es su problema”. Ella, falsamente se dijo a sí misma (y a los otros) “¿quién necesita las uvas?, yo realmente no las quiero”. La zorra de este modo se sintió bien, al menos momento en que todavía quería las uvas….

Solamente después de que el sujeto en cuestión se haya convencido a sí mismo de que no es terrible si los otros no le admiten, o de que podrá soportar si fracasa al intentar alcanzar ciertos objetivos,  sólo entonces, será capaz de decirse a sí mismo de manera honesta y firme: “yo puedo vivir sin la aprobación de los demás, o yo intrínsecamente merezco la pena, tenga o no éxito en mi Trabajo”.

No es tanto lo que nos pase en la vida  sino cómo podemos afrontarlo para mejorar esa capacidad de adaptación, por tanto no se trata tanto de ser emocionalmente inteligentes como de mantener una actitud de cultivo de la propia Inteligencia Emocional. En definitiva, tener la habilidad para conocerse a sí mismo y saber gestionarse.


Fuentes:

Ellis, A. (1998) Razón y emoción en psicoterapia. Ed. DDB 5ª Edición
Ellis, A./Dryden, W. (1980). Práctica de la Terapia Racional Emotiva
Ellis, A./Grieger, R.(2000). Manual de Terapia Racional Emotiva. Vol.I y II Ed DDB. 8ª Edición
Lega,L./Caballo,V./Ellis,A.(2009).Teoría y práctica de la terapia racional emotivo-conductual. Siglo XXI
Sorribes, F./ Lega, L. (2013) Una nueva guía para manejar sus emociones. Institut RET. Publicaciones. Barcelona



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viernes, 27 de junio de 2014

MENSAJES QUE PUEDO DECIRME A MI MISMO CUANDO SURGEN PROBLEMAS

(Para estudiantes)

I.J. Barrish




1.- Voy a superar esto, aunque en este momento me parezca muy difícil e incómodo.

2.- Yo puedo trabajar diciéndome a mi mismo que: "puedo soportarlo aun cuando no me guste.  No es tan terrible como lo estoy haciendo ver, es tan sólo una pena o un inconveniente".

3.- La vida tiene muchos retos, algunas veces, nos toca enfrentar algunos retos indeseables.

4.- Cada paquete repugnante, contiene dentro algunos aspectos positivos si los busco.

5.- Puedo enfrentar mejor las cosas cuando veo la situación como un reto o una oportunidad, para aprender algo nuevo acerca de mi mismo y de la vida.

6.- Todo el mundo tiene que lidiar con diferentes dificultades en la vida. Nadie está exento de un problema u otro en un momento u otro, sin importar la raza, la religión, la clase social, etc.

7.- Cada situación difícil nos da una oportunidad real para ser más fuertes. Si no puedo manejar el problema presente muy bien, esta situación me va a permitir aprender a hacerlo mejor la próxima vez que enfrente circunstancias similares.

8.- Tengo algunos amigos, familiares o profesionales con los que puedo contar y pedir ayuda.

9.- Con mis emociones bajo control, puedo hacer una lluvia de ideas para buscar posibles soluciones al problema. Darme cuenta de las diferentes opciones, me dará un sentido personal de fortaleza.


Fuente: Manual práctico Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC)

Ana Catalina Vargas, Ma. (CETREC)
Leonor Lega, Ph.D. (Saint Peter's College)








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domingo, 15 de junio de 2014









¿Qué es una emoción?


Las emociones son procesos complejos que incluyen sensaciones con aspectos mentales, físicos y conductuales. Mentalmente experimentamos nuestras emociones como positivas (agradables) o negativas (desagradables). Físicamente las experimentamos como una fuerte activación o tensión. Y conductualmente, las experimentamos como un impulso a la acción (Clark, 2002) La palabra emoción viene del latín e-movere, que quiere decir “moverse hacia”, sugiriendo, de este modo, que en toda emoción hay implícita una tendencia a la acción (Calvo, 1995, 2008; Goleman, 1995)

Existen investigaciones muy recientes cuyos resultados sugieren que contamos con cuatro emociones básicas basadas en las señales faciales biológicas: felicidad, tristeza, miedo/sorpresa y enojo/asco. Y que la diferenciación entre el miedo y la sorpresa y entre la ira y el asco, se desarrollan más tarde, a causa de los factores sociales. Este estudio nos ofrece una nueva perspectiva sobre la jerarquía de la evolución de las señales faciales a través del tiempo, las cuales se traducen en cuatro emociones básicas que funcionan como el fundamento que permitirá el desarrollo de emociones más complejas y necesarias para relacionarnos con nuestro entorno.

Las emociones cumplen una función adaptativa, son universales y están presentes en todas las razas y culturas. Tienen por tanto un origen biológico, tal como planteaba la hipótesis de Charles Darwin. En realidad no hay emociones “sanas” y emociones “insanas”, todas son humanas e igualmente válidas. Las emociones tienen un significado personal (Sartre, 1939; Lazarus, R. y Lazarus, B., 1994) y es una reacción ante el medio, fruto de nuestras creencias sobre la realidad. Por tanto, en sí mismas no podemos decir que sean sanas o insanas, sino en función de sus consecuencia para nuestros objetivos personales a largo plazo. Podríamos decir por tanto que son sanas si son funcionales en la obtención de nuestras metas a largo plazo, mientras que son insanas, sin son disfuncionales en relación al logro de las mismas a largo plazo. (Sorribes y Lega, 2013). A nivel práctico, es importante establecer la diferencia cualitativa entre emociones sanas (funcionales) versus las insanas (disfuncionales) porque nos permitirá distinguir entre aquellas que nos ayudan y las que no (Ellis, 1975; 1994; 1998) Cuando nos enfrentamos a un acontecimiento activador que va en contra de nuestros deseos es normal que nuestra emoción sea de tipo negativo  como tristeza, pena, incomodidad, pudor, disgusto, molestia, enfado, pesar, decepción, miedo e inquietud. Pero a pesar de que son negativas o desagradables para nosotros nos permiten aceptar y afrontar ciertas situaciones (la tristeza por ejemplo nos ayuda a elaborar el duelo). Por eso decimos que son emociones sanas o funcionales, porque nos ayudan a actuar de forma constructiva. Sin embargo, cuando sentimos emociones negativas como pánico, ansiedad, ira, depresión, vergüenza o culpa, nos perjudican porque además de ser desagradables para nosotros nos impiden  aceptar, tolerar o afrontar las dificultades de la vida, nos causan frustración, y nos crean más problemas. Estas emociones van además acompañadas de conductas derrotistas. Por eso hablamos de emociones insanas o disfuncionales, porque nos conducen a realizar acciones destructivas, por eso esas emociones no saludables son claros objetivos de cambio, porque interfieren en nuestra funcionalidad a largo plazo. La TREC dice que es preferible, pero no obligatorio, sentirse sanamente preocupado, enfadado o triste, porque estas emociones no nos bloquean y nos ayudan a sentirnos mejor y conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Diferenciar la emoción en función de su frecuencia, intensidad y duración resulta muy útil.

¿Cómo Influyen las Emociones en el Razonamiento y la Planificación?


Las emociones modulan nuestros razonamientos de dos formas: por un lado, concentrando nuestra atención y nuestros recuerdos en los estímulos o situaciones que resultan relevantes según nuestra historia personal y por otro lado, evaluado de forma realista las situaciones futuras en las que pudiéramos estar implicados y las consecuencias de nuestro comportamiento.
El individuo con inteligencia emocional sabe expresarse en el momento, forma e intensidad convenientes, sabe reconocer el estado de ánimo de los demás, es capaz de auto-motivarse, de perseverar y aumentar su rendimiento regulando su esfuerzo, sabe superarse a sí mismo, ser creativo, evitar fracasos. Todo ello lo hace gracias a sus capacidades emocionales básicas, que le permiten discernir lo que es relevante para él mismo y para los otros, así como anticipar sentimientos con respecto a circunstancias que todavía no se han producido. Más aún, el individuo con esas capacidades está también bien dotado para comprender y ayudar a los demás a hacer lo propio. Eso nos lleva a la inteligencia social.  (Morgado, 2008)

¿Cómo identificamos nuestras emociones? La importancia de la Inteligencia Emocional


La intensidad de la experiencia y de la expresión emocional es personal y depende de factores de personalidad, también de la forma en que nuestro sistema nervioso responde y de las experiencias previas, que influyen en la forma en que éstas son procesadas por quien las experimenta. En opinión de LeDoux (1996), “la interacción entre el niño y sus cuidadores durante los primeros años de vida constituye un auténtico aprendizaje emocional, y es tan poderoso y resulta tan difícil de comprender para el adulto porque está grabado en la amígdala con la tosca impronta no verbal propia de la vida emocional.” Lo que explica el desconcierto ante nuestros propios estallidos emocionales es que suelen datar de un período tan temprano que las cosas nos desconcertaban y ni siquiera disponíamos de palabras para comprender lo que sucedía. En la primera infancia, habitualmente no regulamos nuestra respuesta emocional, simplemente la expresamos o explota. Socialmente se acepta, y se perdona este tipo de "sinceridad" Y a medida que nos vamos haciendo mayores, el índice de tolerancia ante esta inmediatez en las respuestas va disminuyendo hasta llegar a la madurez, cuando socialmente se exige la regulación emocional. Con su aprendizaje conseguimos equilibrar dos fuerzas opuestas: por un lado, la necesidad biológica de la respuesta emocional, y por el otro, la necesidad de respetar determinadas normas de convivencia. Ya de adultos, las personas que evitan el principio de inmediatez tendrán más éxito, pues el refuerzo demorado es más adaptativo, así como también las que funcionan mejor por el placer que por la evitación del dolor, o sea que las variables de inmediatez serían negativas o serían poco inteligentes emocionalmente las personas que las sufren y las personas que siempre evitan el sufrimiento también tendrían más posibilidades de ser infelices que aquellas que intentan ver el mundo de una manera más positiva y proactiva. Estos estilos de pensamiento por lo general se inician en la infancia: a partir de cómo uno aprende a enfrentarse al mundo y a los problemas hace que sea más o menos probable el poder enfrentarse a todo tipo de situaciones en un futuro. Pero conseguir el éxito en nuestro manejo emocional normalmente es cuestión de mucho trabajo, de mucho esfuerzo y de ser capaces de vencer ciertas dificultades que nos puedan surgir, conocer nuestro potencial y saber cuáles son nuestras fortalezas y también nuestras debilidades. De ahí la importancia de la inteligencia emocional.







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