sábado, 28 de junio de 2014

EL CONSTRUCTO “INTELIGENCIA EMOCIONAL”: APORTACIONES DE LA TREC A PARTIR DEL MODELO DE HABILIDADES DE SALOVEY Y MAYER


HIPÓTESIS SOBRE LOS BENEFICIOS DE LA APORTACIÓN DE LA TREC





Posibles aportaciones desde la TREC al modelo de habilidad de Salovey y Mayer en cada uno de los cuatro niveles jerárquicos:


El principal objetivo de la terapia será detectar y cambiar tanto las evaluaciones erróneas de la realidad (fruto de las distorsiones) como las creencias dogmáticas y absolutistas (exigencias y derivados) que las originan. La meta que se persigue es que el paciente pueda llegar a ser su propio terapeuta y por tanto ser capaz por él mismo de encontrar nuevos pensamientos alternativos y más constructivos que le ayuden a tener un mayor manejo de sus emociones y a conseguir sus objetivos y metas personales. En eso consiste al fin y al cabo la inteligencia emocional.  El estilo de la TREC es activo, directivo y en gran parte educativo. (Ellis y Dryden, 1987, Ellis, 1984, Walen, DiGiuseppe y Dryden, 1992)

Nivel 1: Percepción, valoración y expresión de las emociones.


En esta primera fase un individuo evalúa (toma actitudes, se siente predispuesto) cuando percibe  algo como “bueno” o “malo”, “agradable” o “desagradable”, “beneficioso” o ”perjudicial” y si su evaluación es muy intensa se emociona y es entonces cuando, (como resultado de su percepción), responde de un modo positivo o negativo. La evaluación es una característica fundamental del organismo humano y parece trabajar en una especie de circuito cerrado con un mecanismo de retroalimentación, ya que la percepción predispone a la respuesta y la respuesta tiende a responder a la percepción subsidiaria. La emoción, por lo general (probablemente siempre) va acompañada de algún tipo de sensaciones corporales, las cuales, (al ser percibidas por la emoción individual), refuerzan la emoción original. Por consiguiente las emociones son evaluaciones con un fuerte componente corporal, mientras que las llamadas actitudes no emocionales son evaluaciones con un componente corporal y relativamente débil (Ellis, A.1998)

Ejemplo: Una persona llega a un lugar donde hay mucha gente desconocida y tiene que hablar en público. Todos la miran fijamente. Según el tipo de interpretación que haga sobre este hecho, es decir según lo que piense, reaccionará a nivel emocional y conductual. Por ejemplo si piensa que los demás la están evaluando positivamente se sentirá mucho mejor que si piensa que la evalúan negativamente. En función de lo que piense actuará también de diferente forma. Si piensa positivamente, posiblemente actuará de forma firme y segura y si lo hace negativamente empezará a sudar, a ponerse roja, tartamudeará…. Y es muy posible que acabe bloqueándose. Las ideas que componen nuestra estructura cognitiva son fruto de las experiencias previas en diferentes áreas. Para cada una de éstas, poseemos  distintos esquemas o conjunto de ideas que nos permiten identificar los estímulos, categorizar la información, buscar estrategias para resolver problemas y alcanzar metas. Sería muy interesante aplicar en este punto de la terapia alguna de las pruebas psicométricas exclusivas de la TREC: Por una parte el test de Actitudes y creencias (ROI), un cuestionario de auto-informe que consta de 100 preguntas (V o F) y que evalúa cuales son nuestras creencias aprendidas. Y también sería conveniente aplicar la Escala de Actitudes y creencias, un cuestionario tipo Likert de 48 preguntas, donde se evalúan las actitudes y creencias mantenidas.

Nivel 2: Utilizar las emociones para facilitar el pensamiento


Cada vez que una persona realiza un acto neurótico (como temer de manera irracional hablar en público), está verbalmente diciéndose cosas como “¡oh, qué terrible sería si me encontrara frente a todos esos extraños, lo hiciera mal, me equivocara y ellos no me aprobaran!” Y es su verbalización interna la que en gran medida constituye o causa sus trastornos.

Las creencias están en el cerebro. Hay creencias que son objetivas o universales (como por ejemplo el punto de ebullición del agua), que es igual en todos los lugares y sea quien sea quien efectúe la medición, siendo por tanto una creencia racional lógica. Esa creencia objetiva no nos levanta ninguna emotividad y la respuesta es una actuación neutra, no predispone a una actuación. Pero cuando se trata de ideas o estímulos no medibles la cosa se complica. Lo que ocurre entonces es que pensamos con una creencia que viene del consciente, del inconsciente, de la propia cultura filosófica y del propio aprendizaje del sujeto dentro de la familia. Existen unas creencias que están muy arraigadas (sobre todo en la cultura occidental) A esas creencias irracionales (Ellis encontró 12), les damos un criterio constante como el de la ebullición del agua y al darles una validez objetiva sufrimos, porque la emotividad siempre es secundaria: primero va la idea o pensamiento y después va el sentimiento. Si yo pienso que algo es “terrible” me voy a sentir irritado, temeroso, asustado…. y actuaré huyendo o agrediendo (o paralizándome). Pero es en el inicio donde tenemos que actuar (en los pensamientos) cuando damos validez a las creencias irracionales y empezamos a sentir emociones “negativas” y a sufrir. Las creencias están siempre, pero cuando viene un estímulo y las pone en marcha es cuando saltan las emociones negativas. Por eso es tan importante tomar conciencia de ellas para responder y funcionar de manera adaptativa. En la TREC el terapeuta, como una especie de sabio con autoridad, enseña literalmente al paciente cómo pensar más clara y científicamente sobre sí mismo, los demás y el mundo.
Durante las etapas iniciales de entrenamiento se recomienda enseñar al paciente el modelo ABC de forma directa, ya que le ayuda a entender su esquema conceptual e identificar y cuestionar sus aspectos irracionales para reemplazarlos por otros más funcionales. Aquí será muy importante el empleo de auto-registros.

Nivel 3: Comprender, analizar y utilizar el conocimiento emocional.


La TREC utiliza dos tipos de técnicas: Las “preferenciales”, que son exclusivas  de este modelo terapéutico y las “generales”, donde se toman técnicas de otros sistemas, adaptándolas para hacerlas consistentes a la teoría de la TREC. La TREC preferencial constituye la “solución elegante” y en ella se trabaja con el debate o cuestionamiento, el cual tiene el propósito de enseñar al paciente a utilizar el método científico para el análisis de su pensamiento irracional. Una vez que se han diferenciado las ideas racionales de las irracionales, lo esencial del debate es cuestionar las irracionales. Por medio del debate se discute el sistema de creencias irracionales del paciente y puede ser de naturaleza cognitiva, conductual o por medio de la imaginación. Se le puede pedir por ejemplo al paciente que se sitúe en el peor escenario posible (frente al auditorio, quedándose en blanco, haciendo una pésima exposición y con todo el mundo observándole atentamente…) El cuestionamiento es un proceso lógico y empírico en el que se ayuda al paciente a que se detenga y piense. Su objetivo básico es ayudarle a internalizar una nueva filosofía. En el ejemplo anterior: “Sería una gran contrariedad si no consigo hacer una buena exposición en público, pero puedo soportarlo. Simplemente puedo quedarme en blanco o puedo fallar y eso no es tan terrible” El debate por lo tanto se compone de dos estrategias básicas: se ayuda al paciente a que: 1)  examine y cuestione su forma actual de pensar, y 2) desarrolle nuevos y más funcionales modos de pensamiento. El debate es el centro de la TREC. Se prefiere trabajar primero con las creencias evaluativas y nucleares, debido a que los pensamientos automáticos surgen normalmente de los esquemas cognitivos nucleares. La TREC utiliza tres estrategias básicas en el debate: 1) centrarse en la falta de lógica, 2) centrarse en el aspecto empírico/objetivo y 3) centrarse en el aspecto pragmático/práctico. La primera es el núcleo principal del debate filosófico, técnica considerada parte de la TREC “preferencial”, las otras dos forman parte de la TREC “general”.

Nivel 4: Regular las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual


El objetivo de esta última etapa es fortalecer la nueva creencia racional. Cabe destacar que el cambio no es mágico ni sencillo y que requiere una gran dosis de esfuerzo y de tolerancia a la frustración. La nueva creencia racional tendrá forma de preferencia y sus inferencias serán racionales.
La TREC ha introducido el concepto de “tareas para casa” como una herramienta muy útil en el proceso psicoterapéutico. Su propósito principal es ayudar al paciente a reforzar lo adquirido mediante la sesión terapéutica como su nueva filosofía racional o su habilidad de debatir mediante ejercicios entre sesiones, cuando el sujeto interacciona con su mundo real en su día a día. Asimismo el terapeuta puede revisar los progresos de su paciente.
Hay muchas clases de tareas: de lectura, de escritura, de escucha, de imaginación, cognitivas, emotivas, conductuales, de relajación…. Ya que la mejor forma de optimizar el aprendizaje es utilizando multitud de técnicas y modalidades. Las tareas más frecuentes de la TREC preferencial  incluyen el Formulario de autoayuda, los Diarios, la Biblioterapia, las Audiciones y los Ejercicios para atacar la vergüenza.

La TREC también defiende una posición humanista


Así como otras terapias cognitivo-conductuales no presentan de forma explícita una orientación humanista, la TREC en cambio mantiene claramente una posición humanista-existencial. Como alternativa a la “autoestima”, Ellis propone el concepto de "autoaceptación" consistente en algo que podríamos llamar "el amor incondicional a nosotros mismos", querernos y valorarnos por el hecho de existir, sin calificarnos en ninguna escala de valores (podemos calificar las conductas, pero no a las personas). Esto mismo, también vale referido a los otros.   Además, la TREC no se limita a corregir áreas deficientes, sino a desarrollar potencialidades.

El  modelo de Mayer y Salovey es cohesivo y exhaustivo y predominantemente cognitivo, hace referencia al procesamiento emocional consciente. Al igual que en la TREC, las emociones no están sujetas a juicios valorativos, ni tampoco hacen referencia a emociones positivas o negativas en sí mismas, siendo la emoción vista igualmente desde un punto de vista adaptativo. Según este modelo, ser capaz de dar un carácter positivo a la adversidad no sólo mejora la salud e incrementa el bienestar sino que además permite mejorar y crecer psicológicamente. Desde la TREC, a pesar de que se intenta minimizar las emociones debilitantes, eso no quiere decir que sea poco saludable sentir fuertes sentimientos de pesar o  displacer cuando se experimentan sucesos desafortunados.

Ambos modelos se centran en el presente (en el aquí y el ahora), en las emociones negativas inapropiadas y en conductas desadaptadas que pueden sabotear una experiencia vital plena. Ambos comparten la idea de que  siendo capaces de aprender a utilizar las emociones desagradables de forma inteligente, podremos comportarnos de manera más asertiva y de este modo cambiar las circunstancias adversas externas. La TREC propone que cuando nuestras emociones “negativas” son más intensas (p.ej. ira, pánico o depresión) no solamente nos hace sentirnos infelices, sino que también nuestra habilidad para manejarnos en la vida comienza a deteriorarse. Por este motivo, la calidad de nuestros pensamientos cambia y empezamos a sacar las cosas de perspectiva, condenando a los demás por sus errores y volviéndonos asimismo menos tolerantes. Mediante el debate (empírico, pragmático y sobre todo filosófico) enseña a la gente a reconocer y cambiar los aspectos de sus pensamientos que no son sensatos, acertados o útiles para lograr así la superación de problemas y la mejora del desarrollo personal. De todas formas, también usa una serie de métodos emocionales y conductuales apropiados para reducir los sentimientos desagradables e incrementar la efectividad personal. Estos incluyen la imaginación racional emotiva, asertividad, asunción de riesgos, entrenamiento en habilidades de comunicación y ejercicios para atacar la vergüenza. De este modo la TREC nos ayuda a restaurar nuestro equilibrio emocional, ofreciéndonos métodos para pensar de forma más realista y con un mayor nivel de comprensión sobre nosotros mismos, los demás y el mundo, en general.

Ambos modelos entienden la inteligencia emocional como la habilidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada. Aprendiendo a utilizar  nuestras emociones de manera inteligente  evitaremos asimismo que ellas nos controlen a nosotros y dirijan nuestras vidas, dado que saber manejar adecuadamente nuestras emociones es síntoma de madurez.

Podríamos resumir diciendo que la Inteligencia Emocional significa tomar conciencia de nuestras propias emociones, comprender las ajenas (ser empático), ser capaz de controlarlas (las nuestras) para ser capaces de superar las frustraciones de la vida cotidiana, saber relacionarnos con los demás y saber tomar decisiones de forma adaptativa y adecuada.

La TREC en su mayor parte consiste en enseñar al individuo cómo continuamente está manteniendo filosofías de vida negativas y tontas, y cómo debe ver, examinar, comprender, desafiar y cuestionar estas filosofías negativas. Es así una verdadera escuela de terapia analítica, y se recomienda desmentir lo negativo más que acentuar lo positivo. Una de las principales razones para esto, es que ha encontrado que la gente trastornada acentúa lo positivo, y mientras se dicen a sí mismos que realmente valen la pena, que no necesitan tener miedo a nada ni a nadie, que sienten amabilidad hacia los demás y que mejoran cada día más y más, son todavía capaces de seguir al mismo tiempo afirmando y creyendo cosas fuertemente negativas de sí mismos (auto-saboteándose). En particular, la persona que  se mantiene diciéndose a sí misma frases sanas, tales como “no hay nada realmente de lo que tener miedo en mi relación con los otros, me gustaría que me aceptasen, pero puedo pasar sin su amor y aprobación”, puede muy fácilmente seguir diciéndose a sí misma con mucha más fuerza y convicción “pero es terrible si yo no les gusto, y sería catastrófico, si están firmemente en contra mía”. 

Verdaderamente, el simple hecho de que el individuo sea consciente de decirse a sí mismo que no le importa demasiado, si la desaprobación de los otros puede impedirle darse cuenta de que cree más firmemente que se preocupa en exceso por su desaprobación. El “pensamiento positivo” por lo tanto, es generalmente una disculpa y encubrimiento de los fundamentales y todavía muy vivos procesos neuróticos. Está relacionado con el mecanismo de “uvas amargas” de las Fábulas de Esopo, donde la zorra no siendo capaz de alcanzar las uvas y temerosa de que los otros animales la despreciaran por no ser capaz de lograrlo, pretendió que en realidad y en primer lugar no quería las uvas. El hecho es que por supuesto que las quería, y en lugar de decirse saludablemente a sí misma “bien, yo quiero estas uvas, pero no puedo alcanzarlas. Mala suerte, y si los demás me desprecian por no ser capaz de alcanzarlas, ese es su problema”. Ella, falsamente se dijo a sí misma (y a los otros) “¿quién necesita las uvas?, yo realmente no las quiero”. La zorra de este modo se sintió bien, al menos momento en que todavía quería las uvas….

Solamente después de que el sujeto en cuestión se haya convencido a sí mismo de que no es terrible si los otros no le admiten, o de que podrá soportar si fracasa al intentar alcanzar ciertos objetivos,  sólo entonces, será capaz de decirse a sí mismo de manera honesta y firme: “yo puedo vivir sin la aprobación de los demás, o yo intrínsecamente merezco la pena, tenga o no éxito en mi Trabajo”.

No es tanto lo que nos pase en la vida  sino cómo podemos afrontarlo para mejorar esa capacidad de adaptación, por tanto no se trata tanto de ser emocionalmente inteligentes como de mantener una actitud de cultivo de la propia Inteligencia Emocional. En definitiva, tener la habilidad para conocerse a sí mismo y saber gestionarse.


Fuentes:

Ellis, A. (1998) Razón y emoción en psicoterapia. Ed. DDB 5ª Edición
Ellis, A./Dryden, W. (1980). Práctica de la Terapia Racional Emotiva
Ellis, A./Grieger, R.(2000). Manual de Terapia Racional Emotiva. Vol.I y II Ed DDB. 8ª Edición
Lega,L./Caballo,V./Ellis,A.(2009).Teoría y práctica de la terapia racional emotivo-conductual. Siglo XXI
Sorribes, F./ Lega, L. (2013) Una nueva guía para manejar sus emociones. Institut RET. Publicaciones. Barcelona



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